A toda la Familia Lasaliana
Consciente, tal como lo afirmamos los Hermanos en el último Capítulo General, de que “La obra de Dios que ha venido a nosotros a través de Jesús y de su mensaje es también la obra de los lasalianos quienes la llevamos a cabo siguiendo los pasos de Juan Bautista de La Salle” ( 45º CG 3.1), me dirijo a todos los miembros de la Familia Lasaliana con el del deseo de que sigamos caminando unidos, en familia, comprometidos en la construcción del Reino de Dios en nuestro mundo de hoy. Las Hermanas Guadalupanas de La Salle, las Hermanas Lasalianas, las Fraternidades Signum Fidei, los Asociados en sus diferentes fórmulas, los Catequistas de Jesús Crucificado, y, en fin, todos quienes se sienten Lasalianos de corazón, sabemos que todo cuanto somos es “obra de Dios”.
En la pasada Asamblea Internacional (IA’13) “Reflexionamos sobre nuestra realidad y prestamos especial atención a los desafíos que enfrentamos como Familia Lasaliana” a los que hemos de sumar aquellos desafíos propios y específicos de cada una de nuestras organizaciones. De ahí, y considerando la importancia de seguir construyendo familia, buscando la mayor cohesión posible y el compartir común desde el respeto a cada una de las instancias que conforman nuestra Familia Lasaliana y a fin de asegurar una presencia significativa y un acompañamiento cercano, tengo el gusto de presentarles al Hermano Rafael Matas Rosselló como Consejero General para, entre otras responsabilidades, asegurar el acompañamiento de toda la Familia Lasaliana.
Aprovecho para agradecerles la acogida que durante los últimos años han ofrecido al Hermano Alberto Gómez quien era el enlace entre la Familia Lasaliana y el Consejo General. Le agradezco por el excelente liderazgo y servicio que ha ofrecido a nuestra Familia Lasaliana. Estoy seguro que el Hermano “Rafa” continuará con esa disponibilidad para seguir estrechando los lazos espirituales que naturalmente nos unen.
Miremos con esperanza nuestro futuro y compartamos la inmensa riqueza espiritual con la originalidad que cada uno de nuestros fundadores nos ha dejado como herencia, sabiendo que los más pobres, los más vulnerables, son nuestros preferidos al ejemplo de Jesús.
¡Viva Jesús en nuestros corazones! ¡Por siempre!