PONENCIA: LA VITALIDAD DE LA FRATERNIDAD «SIGNUM FIDEI» por Luciana Carlesso S.F (Italia)

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LA VITALIDAD DE LA FRATERNIDAD «SIGNUM FIDEI»

Madrid 23 de octubre 2004
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Luciana Carlesso S.F

Me han encargado mostrar a grandes líneas que identifica la vitalidad de la “Fraternidad Signum Fidei” en esta sociedad de hoy globalizada y siempre cada vez más privada de sus valores de referencia del pasado y al mismo tiempo dibujar las características que la misma Fraternidad debería mostrar para ser capaz, en el contexto de la Misión Educativa de San Juan Bautista de La Salle y en la Iglesia, de ser signo de fe y testimonio del amor de Cristo hacia el mundo.
Intentaré hacerlo, partiendo de la misma definición del documento “El estilo de vida” que constituye para cada “Signum Fidei”, el punto de referencia esencial de la propia existencia de cristiano comprometido en la sociedad y en la Iglesia para llevar a todos el mensaje de salvación de Cristo. Se observa una característica vocacional propia del Signum Fidei y de la Fraternidad: En primer lugar, él se siente estrechamente ligado en comunión, como persona llamada a desarrollar su particular papel de cristiano y lasaliano dando una respuesta a esta llamada de Dios libremente.
En segundo lugar la importancia de poner como único y primera referencia de la propia existencia a Dios mismo.
En tercer lugar, vivir con férrea voluntad, coadyuvada con una perfecta coherencia del propio estilo de vida a las enseñanzas del Evangelio, la propia consagración bautismal.
El “Signum Fidei”, es, de hecho por su definición aunque también por elección, un cristiano que siendo objeto de “de una llamada particular de Dios, quiere vivir con radicalidad su consagración bautismal y ser en el mundo y particularmente en el campo de la educación, “signo vivo y perenne” del amor de Dios para los hombres y sobretodo para los jóvenes, especialmente entre los más pobres y marginados y hacia todos aquellos que están más lejos de la salvación.
Pero un examen atento de la realidad del mundo de hoy, nos muestra como existen “diversas pobrezas” y como la palabra misma asume en el contexto político, sociológico, cultural y económico de cada uno de los continentes un aspecto y un significado etimológico diferente.
A la luz de estas consideraciones, una pregunta surge espontánea.
¿Pero quiénes son los pobres hoy? ¿Qué formas de pobreza hay en el mundo? ¿Son todavía actuales los criterios y las categorías de valoración de la “pobreza”?
Responder a estas preguntas es esencial para dar nueva vitalidad a la acción y a la creatividad y a la experiencia vivida de la Fraternidad “Signum Fidei”.
Se puede en efecto hablar:
a) “Pobreza material”: que es la que golpea a todas las personas que no pueden asegurarse lo indispensable para vivir y sostener las fundamentales exigencias de la vida cotidiana.
b) “Pobreza” entendida como “inseguridad que es la que envuelve transversalmente a los ocupados y desocupados, que no tienen recursos y que si los tienen “los tienen por el momento”, que están desarmados y sin posibilidades ante las complicaciones de la burocracia, de las dificultades de la sanidad, de las pensiones, de la casa, del respeto a sus propios derechos.
c) “Pobreza” como aislamiento y abandono que hoy afligen fuertemente a las personas solas, ancianas y enfermas que necesitan de ayuda concreta, de una visita amiga, de una palabra de apoyo, de ser escuchados para llegar a compartir con algunos sus sufrimientos físicos y morales.
d) “Pobreza de los excluidos”, representada por los pobres que viven al margen de la sociedad , es decir los enfermos de SIDA, los drogadictos, los minusválidos, los ancianos sin esperanza, los encarcelados y todos aquellos que salen de las cárceles.
e) “Pobreza de los inmigrantes”. Muchos de los cuales viven en la clandestinidad, víctimas de la cultura de la identidad que rechaza al “diverso” porque lo siente como una amenaza y al mismo tiempo lo margina de los círculos de la vida cotidiana.
f) “Pobreza de condición” que mira, sobretodo, en muchas partes del mundo, las condiciones de vida de los niños y de los adolescentes donde se da la explotación del trabajo infantil, la explotación sexual y la utilización de niños como militares.
g) “Pobreza de los que prescinden de Dios” de aquellos que intencionalmente ya han quitado a Dios de sus vidas.
Y también está la pobreza de una cultura que ha suprimido el sentido de Dios y se debate en el vacío de la secularización y se arriesga a menudo en naufragar en el nihilismo.

La opción por el servicio educativo de los pobres, debe, sin embargo, tener cuenta la realidad de nuestra Institución, que debe estar a la escucha de las llamadas de los jóvenes de nuestras familias, llamadas “ricas”, porque se está produciendo una progresiva descristianización de nuestra Sociedad y nuestras familias. La pérdida de fuertes y estables “valores de referencia”, constituyen una “verdadera pobreza” que no pude ser de ninguna de las maneras minusvalorada y menos aún olvidada. A menudo es poco observable, por una escasa sensibilización, pero que debe, sin embargo llevar a la reflexión, para buscar, estudiar y tal vez inventar con “fidelidad creativa” los medios para combatirla y vencerla.
Las Fraternidades “Signum Fidei”, así como sus miembros individuales que trabajan y viven en este contexto europeo, caracterizado, por un creciente bienester social y económico, pero al mismo tiempo privado de valores profundos, deben conservar la vitalidad del espíritu que les anima, convencerse que se debe evitar cualquier tentación que lleve a abandonar la educación o la instrucción de los jóvenes de clases llamadas ricas, porque esto forma parte de la Misión Educativa del Instituto y de la Iglesia, al menos en nuestro contexto italiano.
No se debe pues abandonar, “la pobreza de la familia”.
Debemos darnos cuenta que la crisis que existe en la juventud de hoy pasa a través de una situación de “desencanto” que envuelve a toda la familia.
Sobre la familia, han recaído, a veces desordenadamente o forzadamente responsabilidades y tareas que la Sociedad Civil no ha sabido tomar, organizar, armonizar y compartir.
Todo, parece hoy en efecto confirmar la insustituible presencia y papel de la Familia como garantía de la maduración de los individuos y del bien social.
Pero la persona para madurar tiene necesidad de la educación, o sea de un permanente camino a través del cual ella consigue conocer y realizar libremente su proyecto de vida, y persigue de modo consciente y libre el fin de su mismo ser.
La Fraternidad “Signum Fidei”, puede asumir la gravedad del momento de la “crisis de la familia” y con el amor de Dios que le sostiene y le anima y del cual son testimonio en el mundo puede nacer a través de su compromiso, una nueva atención de la Sociedad hacia los problemas que la familia de hoy está viviendo, promoviendo estas iniciativas, sea a nivel civil como a nivel educativo. Una posible iniciativa podría ser la de suscitar en nuestras instituciones escolares la existencia de “Lugares de escucha para las familias o todavía mejor el nacimiento de una verdadera “Escuela de Padres” que ayude a la Familia a encontrar su equilibrio vital y su papel fundamental de guía de la Sociedad Humana.

El fundador guió a sus primeros Hermanos a poner a Dios en el primer lugar de su vida, a abandonarse a Dios para ofrecer la plena disponibilidad para darse a los otros.
Se llega a ser verdadero signo vivo de Fe, como lasalianos, si se es testimonio de Cristo en el mundo y cuando nos preparamos acoger al mismo Jesucristo como salvador.
Es por esto que el “Signum Fidei”, en virtud de esta afirmación, se esfuerza por integrar en el contexto de esta particular llamada de Dios los elementos esenciales de su vocación:
a) Su compromiso bautismal actualizado mediante la Consagración: en definitiva poner a Dios, como elección de vida por la cual se hacen las cosas y al que se abandona con plena fidelidad: espíritu de fe.
b) Su compromiso apostólico en el mundo de la educación, en definitiva considerar el prójimo, en el caso específico los jóvenes sobretodo los más pobres y aquellos que están más lejos de la salvación como la finalidad del “servicio educativo” en definitiva el “espíritu de celo”.
c) Su testimonio de vida fraterna en una Comunidad de fe, que lleva en definitiva, a considerar su presencia en una comunidad, como ámbito de vida y unión en el servicio de los otros que comparten esta misión educativa.
De esto se deduce que el espíritu de fe, debería llevar al Signum Fidei a considerar la realidad que vive en su familia, en su trabajo y en los ambientes profesionales y sociales como lugar donde Dios lo manda y donde en respuesta a esa llamada él se encuentra con Él reconociendo en particular en los niños y en los jóvenes el verdadero rostro de Cristo.
En la fe, advierte y siente la voluntad de Dios presente en cada acontecimiento de su vida cotidiana.
Su compromiso apostólico le lleva al servicio entre los jóvenes. El Signum Fidei se preocupa de dar:
a) Una verdadera y profunda formación en los valores humanos: sinceridad, lealtad, dominio de si, solidaridad.
b) De desarrollar su inteligencia y el sentido crítico para afrontar con madurez la vida.
c) De ayudarle a tomar conciencia de su responsabilidad civil y de ser elementos positivos en la convivencia humana.
d) De favorecer su capacidad de amar y de darse desinteresadamente a los otros.
En el servicio a los adultos, en cambio, el Signum Fidei inspira a todos:
a) El sentido de responsabilidad en el trabajo.
b) De fidelidad a los compromisos y de respeto de los derechos humanos y de la vida humana desde su concepción hasta su término natural.
c) Promover acciones que vayan a valorar el sacramento del matrimonio y de la vida cristiana de la familia.
d) Ayuda a tomar conciencia del “bien común” y a desarrollar iniciativas a favor de la paz y la justicia social.

Tomando, por consiguiente, las palabras del Visitador Provincial a la conclusión de la presentación del programa y de las finalidades del Master para educadores cristianos promovido por la Provincia Italia, los Signum Fidei, como testimonio del carisma del Fundador deben más que otros lasalianos comprometidos darse cuenta que, la educación hoy representa una cuestión central, una verdadera y gran urgencia en el mundo contemporáneo.
Entonces conscientes de la existencia de esta urgencia, la pregunta que se impone para nosotros “Signum Fidei”, es la de comprender nuestro sueño, ¿sería el de comprometer nuestra vida en la educación?
Una respuesta, como testimonio de un carisma lo podemos dar en cuanto creamos que juntos (padres, profesores, lasalianos convencidos) podemos tener personas libres y fuertes, pero al mismo tiempo que se abandonan en los brazos del Señor, con fidelidad a su palabra, y que se dediquen a la instrucción y de la educación de los niños, los chicos, los jóvenes, poniendo como fundamento los valores humanos, culturales, morales, espirituales.
Otra respuesta la podemos dar en la conciencia que la educación puede llegar a ser no una simple profesión, unida a los trabajadores de siempre, sino también una “vocación” y una misión que requiere sobretodo, compromiso y dedicación convencida.
Y en fin porque queremos dar a los niños, muchachos y jóvenes la esperanza de un futuro mejor, acompañándoles y colaborando en el crecimiento integral de su persona.
También para dar respuesta concreta a este “desafío” de los tiempos los Signum Fidei están llamados a ser no solo testimonio, sino también protagonistas de primer nivel.
Somos, en verdad, como “Signum Fidei, llamados a sostener y empujar estas preciosas iniciativas, a dar inicio, a organizar y a gestionar, donde hasta ahora no ha sido posible, pero al mismo tiempo dar testimonio con nuestra participación compacta y convencida, a nuevos Master para Educadores Cristianos.
Por esto debemos mirar con ojos nuevos las necesidades urgentes de los jóvenes de hoy, con particular atención a aquellos más pobres de cultura, de afecto, de ternura, de amor.
Debemos esforzarnos por superar la inseguridad y la incertidumbre de nuestro estilo de vida, que derivan de la secularización, del consumismo y del individualismo, que a menudo no nos deja transmitir el amor por el Señor y las personas más pobres.
A leer, acoger y saber discernir los signos de los tiempos, mirando a los lugares, los cambios de modalidad, las nuevas realidades y, también porque no, los nuevos desafíos, con las cuales completamos juntos y en asociación con los Hermanos la misión educativa lasaliana.
Pero como es posible hipotizar, este discernimiento, esta capacidad de lectura de los “signos de los tiempos, sin la presencia de una sólida formación.
El camino en la formación llega a ser indispensable, irrenunciable, para nosotros “Signum Fidei”.
Un programa de formación llega a ser fundamental porque nos interpela sobre nuestra vocación a la “Misión educativa”.
Dios nos llama para realizar su voluntad donde sea, en cualquier ambiente quiere que nos insertemos.
La realización de nuestra “Vocación” no depende de nuestra elección, sino de las experiencias que estamos llamados a vivir.
Dar testimonio de la propia fe, ser signo del tiempo, no quiere decir que siempre debamos confrontar y compartir estas experiencias significativas con los otros.
Nace unívocamente para esta necesidad de compartir también la necesidad de una estructura que sepa dar armonización a todas las iniciativas, que sepa dirigir positivamente los esfuerzos de todos.
En el pasado se han pensado diversas formas para una estructura jurídica de la Fraternidad, no solo a nivel local, sino también a nivel internacional.
No es aquí el lugar y el momento de examinarlas todas, no tenemos tiempo.
Queda la validez y la certeza que se quiere con estas propuestas dar mayor estímulo, coraje, pero al mismo tiempo más “visibilidad” al testimonio que los “Signum Fidei” desean dar en el mundo en el cual viven y trabajan.
Algunos grupos de Signum Fidei, en alguna realidad han dado signo de “apagarse” en el momento en que, son llamados a objetivos más altos.
Otros grupos, sin embargo lamentan una especie de “abandono” o de “olvido” por parte de la Provincia Religiosa, o también la falta de una institución específica de referencia. Haber pensado ya en una estructura, podría evitar estas situaciones.
Como conclusión de mi exposición, querría hacer una llamada para tratarr sobre la necesidad y la importancia la fraternidad “Signum Fidei” sea visible hacia el mundo que nos circunda y tenga una mayor presencia en la Vida eclesial.
En muchas de nuestras instituciones se ignora su existencia.
Ciertamente la consistencia numérica cuenta, el compromiso individual también, pero sobretodo cuenta la validez y el “espesor” de las iniciativas desarrolladas, la importancia de lo hecho, la incidencia del testimonio dado y en fin “el carisma del Responsable” de cualquier nivel.
Experiencias del pasado nos han mostrado que, en el ámbito eclesial sin este carisma, signo de los tiempos, pero también memoria viva del carisma de los Santos Fundadores, asociaciones y grupos asociativos, inicialmente bastante vitales y activos se han apagado, por este déficit.
Otros sin embargo han sabido mantener una fuerte carga de entusiasmo, frescura y originalidad de su momento fundante, porque, no solo el carisma se ha mantenido vivo, sino que ha sabido renovarse con los que asumieron responsabilidades directivas y organizativas.
De ahí esta llamada a saber reconocer donde se encuentra la fuerza del carisma.
¿Cómo poder realizar nuestra vocación en la Misión Educativa, si no se comparte con todos aquellos que trabajan en esta Misión?
No existe compartir, si no hay comunión y, ¿ésta última, dónde puede realizarse plenamente?
Esta comunión se puede encontrar en el ser únicamente “testimonio de fe”, como razón de la propia existencia, porque en ella nos comunicamos la presencia plena del Espíritu.
Por eso el mismo Fundador nos dice:
“También vosotros para vivir vuestra vocación, tenéis necesidad de la plenitud del Espíritu Santo porque debéis vivir y obrar según el espíritu y la iluminación de la fe” (Med 43,1).

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