DON SERGIO SERGI – Sacerdote y Signum Fidei (Italia)

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Durante uno de mis primeros encuentros con los miembros de la Fraternidad Signum Fidei de Italia escuché hablar de D. Sergio Sergi. Su historia me conmovió y pensé que valdría la pena darla a conocer a toda la Familia Lasaliana.
Sergio nació en la ciudad italiana de Guardia Sanframondi (Benevento) el 21 de febrero de 1966 de padres fervientes cristianos. Su padre, D. Vincenzo Sergi1, es originario de Gallipoli (Lecce), fue profesor de filosofía en la escuela superior, está comprometido en actividades parroquiales y diocesanas y ha sido alcalde de Guardia Sanframondi.
D. Sergio no será nunca olvidado.  Sigue vivo en el recuerdo de quien lo ha conocido, apreciado y amado. La fraternidad Signum Fidei de todo el mundo agradece particularmente al Señor la vida de D. Sergio como un regalo de su amor; y agradecen a D. Sergio el su testimonio de vida como Signum Fidei, porque siempre quiso serlo, incluso como sacerdote.
Que este recuerdo nos sirva a todos para mantener viva su memoria e imitar su ejemplo de compromiso y fidelidad.
Agradezco a D. Vincenzo Di Crosta -Signum Fidei él también- toda la información de este número cuatro de TESTIMONIOS.

H. Alberto Gómez


DON SERGIO SERGI
Sacerdote y Signum Fidei

(Italia)

testimonio 4Señor Vincenzo, ¿qué nos puede decir de cómo fue la muerte de D. Sergio Sergi?

La muerte de D. Sergio en la autopista que va de Nápoles a Bari es uno de los
acontecimientos que más perplejo, lleno de dolor y de interrogantes ha suscitado
en mi vida y en la de muchas otras personas. Cuando aquel fatídico 2 de
diciembre de 1997 una llamada de teléfono me informó que D. Sergio, con
sólo 32 años, había fallecido, junto al dolor, la incredulidad y la consternación,
me vino instintivamente al pensamiento el texto de Isaías: “Como un tejedor
devanaba yo mi vida: “Como tejedor tú enrollabas mi vida y ahora me separas
del telar. De repente cae la noche y me conduces hasta el fin”. (Is 12,11- 12)
Se habló de un accidente de tráfico, pero se ha demostrado que éste nunca ocurrió.
Numerosas pruebas y testimonios, entre ellas la de un obispo, atestiguan
que se ha tratado de un homicidio cuyos motivos no serían otros que la lucha
que mantuvo D. Sergio por alejar a los jóvenes de la droga y ayudar en la rehabilitación de cuantos estaban metidos en ella.

¿Se conocía públicamente esta postura de de D. Sergio?

Desde hacía tiempo, D. Sergio estaba en el punto de mira de los narcotraficantes.
Había recibido amenazas de muerte a las que siguieron algunos ataques violentos. Muchas veces la sacristía había sido asaltada y destruida por vándalos desconocidos.
Cuando hablaba de estos temas parecía no preocuparse excesivamente. El entusiasmo y la fuerza de su carácter le servían para ir hacia adelante. Pero cuando
descubrió que detrás del todo aquello estaban poderosos e insospechables personajes del lugar, las amenazas de muerte se hicieron más concretas y D. Sergio empezó a inquietarse. Él mismo me dijo confidencialmente varias veces que sabía que su vida corría peligro y dejó de visitarme por miedo a comprometerme.
Nos teníamos que ver a escondidas. D. Sergio había perdido su serenidad, se había vuelto vigilante y sospechoso.
De sus labios había desaparecido su proverbial sonrisa, evitaba quedarse en la sacristía solo, pero se mantenía firme en la decisión de no ceder a chantajes de ningún género ni a dejar de cumplir con sus compromisos.

Desgraciadamente las amenazas eran reales.

Sí, la mañana del 2 de diciembre las amenazas verbales se concretaron en el homicidio. Al mismo tiempo la sacristía era asaltada por desconocidos para destruir cualquier documento comprometedor, tales como agendas, discos, el
ordenador y una pequeña grabadora de bolsillo en la que Sergio tenía grabadas las amenazas de muerte que le dirigían.

¿Quién era D. Sergio? ¿Puede darnos algunos datos de su vida?

Desde los primeros años de la escuela elemental, Sergio pasaba gran parte de sus días en mi casa, dada la estrecha amistad que me une a su familia y me acompañaba en muchas de mis actividades.
Cuando era un muchacho participaba en los encuentros del grupo de oración “Hno. Teodoreto” y era muy celoso en la difusión de la adoración a Jesús Crucificado, devoción con la que se identifica particularmente el Instituto Secular Lasaliano de la Unión de Catequistas.
En 1981 fue de los primeros en comprometerse con el Grupo Juvenil Lasaliano y en el grupo Scout La Salle. Con solo 17 años sintió el deseo de unirse a la Fraternidad SIGNUM FIDEI para vivir una vida espiritual más ferviente y comprometida y entregarse a los demás dando testimonio del amor de Cristo y siendo fermento de vida evangélica en el mundo.
En 1993 realizó su consagración en la Casa Generalicia de Roma, en presencia del H. Manuel Olivé. Desde entonces, el espíritu lasaliano de fe y de celo fueron el fundamento de su vida espiritual y apostólica.

¿Cómo fue el hecho de su opción por el sacerdocio?

Los compromisos anteriores le llevaron a plantearse la vocación de ser sacerdote y el 21 de septiembre de 1991 recibió la ordenación sacerdotal. En las letanías de los santos que se cantan tras el rito de la ordenación, pidió que fuese incluida también la invocación a San Juan Bautista de la Salle, por quien siempre profesó una particular devoción.
Después de ordenado D. Sergio quiso continuar siendo miembro de Signum Fidei y siempre que podía participaba con entusiasmo en los encuentros nacionales.
Tampoco faltaba a los diversos encuentros organizados por el Grupo Lasaliano de la ciudad: fiestas lasalianas, jornada del Crucifijo, encuentro con los jóvenes, retiros, actividades de verano.

¿Qué rasgos o cualidades diría usted que sobresalían más en su persona?

Su entrega a Dios fue total durante su breve vida y todos le recuerdan como un sacerdote coherente, fiel, jovial y cordial, pero también como hombre de oración y sacrificio; de sonrisa fraterna, pero también de una gran firmeza. Inspiraba apoyo y confianza a cuantos le conocían.
Amó a Dios sobre todo y amó a todos evangélicamente como amaba a Dios.
Comprendió que la vocación es un don valioso y frágil que exige una respuesta generosa y radical. D. Sergio manifestó siempre una fidelidad constante y abierta a los planes de Dios.

¿Cuáles han sido los lugares de su apostolado como sacerdote?

D. Sergio sirvió a la Iglesia de S. Lorenzo Maggiore como coadjutor durante diversos años antes de ser nombrado el 30 de agosto de 1995 párroco de la Iglesia de Casali di Faicchio.
Con todos, y particularmente con los jóvenes, ha compartido la riqueza de su cultura, de su compromiso pastoral, de su humanidad, bondad, capacidad de escucha y de diálogo.
Es a los jóvenes a quienes ha dedicado la mayor parte de su tiempo y de sus energías. En él muchos jóvenes encontraron un amigo dispuesto a comprenderles y también a exigirles, para que pudieran llegar a ser cristianos comprometidos, discípulos de Cristo en la sociedad actual.

¿Cómo le recuerdan los files de la parroquia y las personas que le han conocido?

Dicen que D. Sergio era una persona que atraía a todos. Su presencia, sobre todo entre los jóvenes, era muy valorada.
Abrió la sacristía a todos los fieles, convenciéndoles de que aquella era la casa de todos. No cerraba nada bajo llave, ni dinero ni objetos de valor, para educar en el respeto y la confianza. Todos podían usar la llave de la sacristía. Además, supo dar a la música un gran valor durante las celebraciones. Había cultivado una buena formación musical y nos ha  dejado algunas composiciones de gran valor artístico y religioso.
El H. Bruno Bordone, ha escrito: “D. Sergio nos enseña a todos los Signum Fidei que en esta vida debemos ser “signos” de un amor que valora lo humano y se expresa en la entrega total a los hermanos como nos enseñó Jesús y que lo que importa es seguir plenamente a ese Cristo. Así mismo, nos ha enseñado cómo nuestro Fundador puede fascinar a todo el que se aproxima a él y puede ser maestro de vida aún para quienes no tienen una relación directa con una escuela
lasaliana”.
La homilía de su funeral fue hecha por el Hno. Giuseppe Eusepi. Con palabras conmovedoras recordó la fidelidad de D. Sergio a la espiritualidad y a su compromiso como SIGNUM FIDEI. Subrayó el significado de tal consagración y el
valor de la misión educativa y evangelizadora a la que había dedicado toda su vida como joven Lasaliano


Palabras leídas por los jóvenes durante el fumeral

Querido D. Sergio, nosotros los Jóvenes Lasalianos de Guardia Sanframondi
Sentimos la necesidad de agradecerte públicamente todo lo que has sido y has representado para nosotros.
GRACIAS
por el don de tu sacerdocio,
por el don de la riqueza de tu cultura,
de tu experiencia pastoral, de tu humanidad y de tu fe,
por tu testimonio lasaliano,
por tu presencia siempre viva y alegre entre nosotros,
por tu aportación a nuestra formación personal y comunitaria
por tu sonrisa luminosa, contagiosa, ingeniosa y acogedora,
por las celebraciones litúrgicas animadas en nuestros acampadas.
por tu capacidad de escucha y diálogo
por tu ejemplo de vida simple y esencial,
por tu palabra convincente y por tus consejos y ánimos.
por tu bondad, por tu trabajo y disponibilidad,
por la serenidad que inspirabas en quien estaba a tu lado
por la amistad que no morirá nunca

Gracias, Sergio.
Siempre estarás con nosotros
Nos esforzaremos en ser como tú nos querías.

Fraternidad Signum Fidei