“DUC IN ALTUM” (Conduce hacia lo alto) Carta n 9

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“DUC IN ALTUM”

(Conduce hacia lo alto)

Carta nº 9

 «Dijo a Simón: rema hacia dentro del lago y echa las redes para pescar ….  » Lc 5,4

 

Estimados/as hermanos/as de las Fraternidades «Signum Fidei».

 1.  A MODO DE INTRODUCCIÓN

Al iniciar este nuevo año, junto a mis mejores deseos para cada uno de vosotros, vuestras fraternidades y vuestras familias, deseo compartir mi nueva reflexión pensando en quienes ocupan el centro de nuestra misión y, por tanto, dan sentido a nuestra consagración como Signum Fidei: los niños, los jóvenes, nuestros alumnos y alumnas.

Una pregunta me ha motivado escribir estas líneas: ¿Qué necesita la educación Lasaliana del siglo XXI? Seguramente habría tantas respuestas como Lasalianos somos. No se trata de pontificar sino más bien de compartir. Yo tengo la suerte de poderlo hacer por medio de éstas cartas pero estaría bien recibir vuestras reacciones, especialmente como Fraternidad.

Vivimos un momento muy especial en el que nuestros alumnos, nuestros catequizandos, y todos nosotros, estamos desafiados por las nuevas tecnologías, el conocimiento va muy deprisa. Además de darles información necesitan también aprender a saberla procesar, valorarla y utilizarla. Necesitan ser educados en lo que podríamos llamar “la verdad verdadera” en un mundo “hipertecnologizado” en la que uno ya no sabe lo que es o no verídico de cuanto aparece en las redes. En definitiva, creo sinceramente en la necesidad de enseñarles a resolver situaciones que las “máquinas” no pueden hacer, al menos hoy por hoy, poniendo mayor énfasis en el mundo de los valores, en las habilidades humanas y sociales.

Que esta nueva Carta nos ayude a reflexionar personalmente y a compartir en Fraternidad puesto que “la Fraternidad Signum Fidei es un don de Dios recibido y acogido por cada miembro; un don para la Iglesia, para la familia personal, para la Misión Lasaliana y, especialmente, para los niños y jóvenes de nuestro mundo”.[1]

  1. NAVEGAR, APRENDER A NAVEGAR… pero ¡JUNTOS!

El filósofo comunista, que de todos hemos de aprender, Edgar Morin[2] afirmaba ya en 1999 que “hay que aprender a navegar en un océano de incertidumbre a través del archipiélago de certeza”.  Sin duda la educación es uno de los instrumentos más importantes para poder navegar en nuestra vida. Es difícil hoy saber cuál es el medio de navegación más adecuado para cada persona. Lo cierto es que todos, de una u otra manera, navegamos. En nuestra travesía nos acompaña la incertidumbre, pero no siempre sabemos cómo afrontarla. Más difícil se nos hace educar para la incertidumbre en un mundo donde la “verdad” está constantemente expuesta a los vientos, tormentas o a los “monstruos marinos” como Ulises en su viaje a Ítaca. De manera especial cuan do hablamos de catequesis y/o de educar en la fe.

Hay una frase de San Juan Bautista de La Salle que últimamente viene mucho a mi pensamiento. Él nos dice: “No es suficiente navegar con seguridad; hay que llegar a puerto. Sin ello, todo el camino que hubiereis hecho sería inútil, pues no alcanzaría el fin que os habíais propuesto”.[3] Llegar a puerto, a buen puerto diría yo, requiere tener unas buenas cartas de navegación y unos buenos instrumentos que nos ayuden a ella. ¿Cómo poder navegar con seguridad en un mundo de incertidumbres? ¿Cómo llegar a buen puerto? ¿Cuál es ese “buen puerto” para una Lasaliano y para un Signum Fidei?

Me viene a la mente aquel momento de la pesca milagrosa[4] en la que Jesús pide a Simón “remar mar adentro”.

Efectivamente, sin adentrarnos en la profundidad difícilmente encontraremos sentido a cuanto somos y hacemos. Por tanto, es casi imposible que eduquemos íntegramente. Si nuestros miedos, sean cuales sean, nos impiden navegar difícilmente podremos ser proactivos en la búsqueda de respuestas a las incertidumbres. Si nos retroalimentamos de “monstruos marinos” y sólo vemos lo negativo de la travesía, será una tarea casi imposible llegar a puerto, al puerto del corazón de nuestros alumnos y catequizandos a quienes hemos de llegar a “tocar” para que por medio de nuestro afecto y testimonio ellos puedan realizar su propia navegación ¿hacia dónde? ¡Hacia Dios! Nos lo recuerda nuestro Fundador al decirnos: “¿… aprovecháis el afecto que os profesan para conducirlos a Dios? Es necesario que veáis la obligación que tenéis de ganar su corazón como uno de los medios para moverlos a vivir cristianamente…”.[5]

Todos los miembros de nuestras Fraternidades hemos sido llamados a la cumbre más alta y a enfilar mar adentro puesto que “la Vocación Signum Fidei es un don de Dios. Nace de la llamada universal de todo bautizado a la santidad[6]y se alimenta de la espiritualidad Lasaliana”[7]. No hay tarea más noble que la de navegar hacia Dios y ayudar a otros en su navegación para que, juntos, podamos llegar a puerto después de muchos azares. Navegar, en definitiva, “hacia lo más alto”.

Hemos de reconocerlo humildemente: todos necesitamos aprender a navegar. Para ello es imprescindible, como uno de los mejores instrumentos de navegación, el acompañamiento. “Se necesitan ‘maestros de espíritu’ santos y sabios: un importante servicio eclesial para el que, sin duda, hace falta una vitalidad interior que debe implorarse como don del Espíritu Santo, mediante la oración intensa y prolongada, y una preparación específica que es necesario adquirir con esmero»[8] afirmaba sabiamente Benedicto XVI. Pero si nosotros no tenemos la experiencia de ser acompañados ¿cómo podemos acompañar a otros, a nuestros alumnos y catequizandos, a nuestros hermanos?

Acompañar exige “vitalidad interior”. Dicho de otra manera, “sabiduría” y “santidad”. Es verdad, ello es una tarea que abarca toda nuestra vida y no podemos esperar a llegar a esa perfección. Aunque sí podemos vivir en una actitud constante de conversión que nos permita lo más posible llegar a ser uno de estos “maestros de espíritu” tan necesarios en la Iglesia y en nuestra Familia Lasaliana. Al mismo tiempo, sería adecuado proveernos de una formación explícita para el acompañamiento. Quizás este aspecto debiera reforzarse en los Planes de Formación de las Fraternidades tanto a nivel local como distrital. Oración, vida interior, conversión y formación específica van de la mano para ser buenos acompañantes.

Ciertamente otra forma, complementaria pues no sustituye lo anteriormente dicho, de acompañarnos consiste en vivir la fraternidad con intensidad puesto que también ella en sí misma es un medio eficaz de acompañamiento.

De ahí la importancia del JUNTOS. O navegamos juntos, aprendiendo juntos, sorteando las dificultades juntos, acompañándonos mutuamente, remando juntos hacia el mismo rumbo… o llegar a puerto será una quimera. Al finalizar su viaje apostólico a Egipto, y en la entrevista habitual a los periodistas, el Papa Francisco (refiriéndose al tema del ecumenismo, pero aplicable también a nuestra reflexión) afirmó: “… pero esto no llegará a buen puerto si no se camina.

¿Qué podemos hacer ahora? Hagamos lo que podemos hacer: orar juntos, trabajar juntos, hacer obras de caridad juntos… pero juntos. Y esto es ir adelante”[9], eso es remar mar adentro, eso es encarnar el “indivisa manent”, este es el instrumento Lasaliano por excelencia, la mejor brújula para llegar a puerto todos teniendo siempre una actitud inclusiva y no selectiva.

¡Juntos! De lo contrario no somos Signum Fidei, ni Lasalianos. O si lo somos, no pasamos de ser “miembros de cuerpo presente”. Si nuestra navegación es individualista, personalista, selectiva… sin acompañamientos, sin dejarnos confrontar, sin descernimiento… si el juntos es el “yo” como único protagonista, si… ¡Vaya navegación la nuestra!¡Qué tristeza cuando vivimos experiencias de enfrentamiento o falta de comunión entre nosotros!

Se trata de “remar mar adentro” sí, pero con las actitudes que construyen fraternidad, sentido, visión y sin las cuales ni nos educamos ni educamos, ni crecemos ni ayudamos a crecer. ¡Cuánta fuerza tendríamos los Signum Fidei del mundo y los Lasalianos en general, si fuéramos capaces remar mar adentro ¡JUNTOS! ¿O no? ¡Pue sí! Esta es la única manera de conducir hacia lo más alto, sin duda.

  1. ALGUNOS INSTRUMENTOS DE NAVEGACIÓN

En la era de Twitter nos viene bien reflexionar acerca de los siguientes aspectos que pueden ser claves de cara a nuestra misión educativa y pueden ser clave de cara a nuestro compromiso educativo. El filósofo y pedagogo español, José Antonio Marina, afirma que el “maestro es el profesional de la esperanza, el incansable, humilde y magnífico cuidador del futuro”, un maestro así sin duda que ayuda a sus alumnos a “remar mar adentro” porque vive en sí mismo la misma experiencia. Lo mismo podríamos afirmar del catequista. Este educador necesita cultivar, entre otros instrumentos de navegación, el asombro, la learnability, la resilencia y la escucha:

  • El ASOMBRO:

“Y los discípulos se asombraron de sus palabras”. Mc 10,24

Muchos de nosotros vivimos estresados. Corremos el riesgo de olvidar que educar tiene que ver más con el cariño que con las estrategias. Platón dijo que el fin de la educación era “enseñar a desear lo deseable”. Potenciar la curiosidad y el asombro para aprender a ser persona. El asombro es la puerta del conocimiento y nos capacita a admirar con nuestros propios ojos, huyendo de la apatía. Enseñar a gestionar la capacidad de admiración. “todos los niños desean conocer por naturaleza” afirmaba Aristóteles.Muchas veces nuestros sistemas educativos conducen a un limitado conformismo de “mínimos”. Para que el aprendizaje sea significativo deben estar presentes el asombro, la belleza, la sensibilidad… El asombro es lo que convierte la vida en algo genuinamente personal. La belleza suscita el asombro y el asombro sintoniza con la belleza a través de la sensibilidad. ¿De qué maneras educamos y NOS educamos para el asombro? ¿De qué nos asombramos? ¿Cómo compartimos nuestros asombros? Sin duda Jesús de Nazaret asombró a todos: a sabios, a humildes, a reyes, a… ¿A quién asombras tú? Cultivar el asombro es imprescindible en nuestra carta de navegación mar adentro.

  • LEARNABILITY:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres…”Mt. 5,16.

Lo sabemos, el aprendizaje dura toda la vida. El futuro no será para los más listos sino de quienes mantengan más vivo el deseo de aprender. La palabrita “learnability” está muy de moda ahora, significa el deseo y la habilidad de aprender rápida y eficazmente. Es imprescindible desarrollar tanto la actitud para aprender como la aptitud para aprender si queremos potenciar nuestra capacidad de aprender.Hemos de reconocerlo, a veces nos cansamos y claudicamos. Nuestra sana ambición por aprender y actualizarnos va contra la pereza y la desmotivación. ¿Cuál es el último libro que has leído? ¿y el último artículo relacionado con tu ámbito de misión? ¿Cómo va nuestra lectura espiritual? ¿y tú formación permanente? No se trata sólo de aprender para la misión sino para la vida. ¿Cómo nuestra Fraternidad está cuidando nuestra formación permanente como hermanos y hermanas? ¿A caso nos conformamos con sobrevivir y con esto es suficiente? No podemos navegar mar adentro ni conducir hacia lo más alto, sin sanos deseos de aprender más y es imprescindible para ser luz entre los demás o parte del faro que guía la travesía.

  • RESILENCIA:

“… no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento”. Salmo 23,4

Otro de los elementos fundamentales para nuestra navegación está en nuestra capacidad para adaptarnos positivamente a las situaciones adversas de nuestra travesía. Educar y educarNOS, por tanto, para la adversidad. Vivimos obsesionados por el éxito y por la imagen que damos. Huimos de toda frustración y necesitamos asumir nuestros fallos. Como dice Fanny Auger[10] “hay que se ser compasivo y amable con uno mismo” porque a veces un fracaso a tiempo puede convertirse en un triunfo. Para quienes creemos en el Dios del amor y la misericordia, nada debemos temer porque Él siempre está en cada uno de nosotros, nos conduce hacia Él, nos acompaña mar adentro y desea lo mejor. ¿Qué hubiera sido de nosotros si San Juan Bautista de La Salle hubiera sucumbido a los desalientos o Jesús a sus tentaciones?

  • ESCUCHAR:

“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” Jn 10,27

En nuestra era del Twitter aprender a escuchar es fundamental pero mucho más importante es aprender el arte de no estar de acuerdo porque, con frecuencia, discrepamos sin tratar siquiera de entender al otro. La escucha hace posible un verdadero conocimiento recíproco. No hablamos solo de la escucha del oído sino también la escucha del corazón; hacemos el esfuerzo de comprender al otro, valoramos su mensaje y, en consecuencia, le llegamos a conocer mejor.

Podríamos cuestionarnos si es posible “la proclamación de la Palabra, la oración, la formación, documentos Lasalianos, la convivencia, el diálogo fraterno y la planificación y evaluación de la misión”[11] en nuestras fraternidades sin un verdadero espíritu de escucha. Y también ¿hasta qué punto podemos educar en la fe seriamente sin capacidad de escucha?  Nuestras vidas personales y nuestras fraternidades y nuestras obras educativas tienen otro color y otra vida cuando ejercitamos la escucha activa y, desde ella, aprendemos a querer a nuestros hermanos y hermanas y ¡a perdonar! ¡y a perdonarnos!

  1. A MODO DE CONCLUSIÓN

Estimados Lasalianos y Lasalianas, tenemos delante todo un nuevo año que se nos presenta como oportunidad para seguir caminando, para meternos mar adentro sin miedo a los retos. Nuestra vida y nuestra misión se verán enriquecidas en la medida que naveguemos hacia el puerto que Dios nos ha puesto como destino, llegar a experimentarle y a vivir por Él, con Él y en Él.

Nuestro Padre y Fundador nos recuerda que “no es suficiente navegar con seguridad; hay que llegar a puerto. Sin ello, todo el camino que hubiereis hecho sería inútil, pues no alcanzaría el fin que os habíais propuesto”.[12] De eso se trata porque educamos un poco por medio de lo que decimos, algo más por medio de lo que hacemos y mucho más por medio de lo que somos. Afirmamos que todo miembro Signum Fidei es “consciente de que ‘la fe sin obras está muerta’, sabe que su testimonio personal es su primer apostolado y que su trabajo es siempre un lugar de encuentro con Dios y una oportunidad para construir una sociedad más solidaria, justa, inclusiva, democrática e intercultural que defienda la vida y la dignidad de la persona”[13] sin duda para conseguir todo esto necesitamos estas cartas de navegación que hacen posible llegar a buen puerto e implica que nos comprometamos a invitar a otros para que se sumen a nuestra travesía. Desde este punto de vista un mayor compromiso con la pastoral de las vocaciones a nivel de Iglesia, a nivel Lasaliano (para la vida de Hermano, Hermana y/o laico asociado) y a nivel de Signum Fidei en concreto estaría bien. ¿Cómo lo tenemos planteado a nivel de nuestra Fraternidad? ¿A caso nos conformamos con una espera pasiva? Hacen falta muchos más brazos Lasalianos para seguir “conduciendo hacia lo ALTO”. Puede ser una excelente praxis en esta Cuaresma.

Que 2018 sea un año de profunda travesía por esos mares de Dios en los que nos ha invitado a remar, a pescar, a navegar.

Feliz travesía.

Rafa Matas.- Consejero General

[1]Estilo de Vida nº 2

[2] Filósofo y Sociólogo francés (París8 de julio de 1921).

[3]MF 164,3,1

[4]Lc 5,4

[5]MD 101,3,2; MF 115,3,2

[6] Cf. Constitución Dogmática de la Iglesia Lumen Gentium  39, c.

[7]Estilo de Vida nº 11

[8]A la Penitenciaría Apostólica, 14-III-2009

[9]29 de abril 2017. Vuelo de regreso a Roma.

[10]Gurú francesa del movimiento cultural “slowlife” que defiende un cambio de la vida actual hacia la desaceleración y un mayor disfrute de la vida.

[11]Estilo de Vida, 29

[12]MF 164,3,1

[13]Estilo de Vida, 20

Fraternidad Signum Fidei