ORACIÓN LASALIANA (I)

image_pdfimage_print

ORACIÓN LASALIANA

Somos cristianos bautizados y, como tal, en nuestras vidas se establece una doble relación: con Dios y con los hombres, filiación divina y fraternidad humana. «Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas tus fuerzas. El segundo es semejante a este: Amarás al prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos ( Mc 12,29-32). Como lasalianos, en nuestra vida espiritual debemos integrar esta doble dimensión. Así pues, la oración no es una realidad aislada. Es una «ocupación interior y aplicación del alma a Dios» (EMO. 1). Es inseparable de nuestro compromiso histórico. Oración – misión.

La Salle en sus meditaciones no nos presenta únicamente la relación exclusiva con Dios, sino a éste con el ministerio educativo del Hermanos y del educador lasaliano. Los niños y los jóvenes han de estar presentes en el corazón del que ora desde el carisma de La Salle. Y esta es la doctrina lasaliana: «Porque tenéis ejercicios que se ordenan a vuestra santificación personal; mas si vivís animados del celo ardiente por la salvación de aquellos a quienes tenéis a cargo de instruir no omitiréis tales ejercicios, sino que los encaminaréis a esa intención»(Md 205.2).

Presencia de Dios:

«Lo primera que se debe hacer en la oración es penetrarse interiormente de la presencia de Dios» (EMO.3). La oración necesariamente es un diálogo con Dios; un diálogo de amor en el Dios siempre lleva la iniciativa. A medida que crece el amor la oración se convierte, cada vez más, en «simple atención». Es como una comunicación interior sin palabras ni gestos. Dios que se hace presente en nuestra historia personal. La simple atención, de que habla el Fundador, no un vacío total, como la oración oriental; es atención a Dios, es diálogo con Dios. Así pues no es evasión o aislamiento, sino que Dios me invita a colaborar en su «obra», a ser testigo, instrumento suyo. No olvidemos algo importante en la oración lasaliana: Dios se hace presente en los acontecimientos, en los más necesitados. Por eso nos invita al acto de adoración: «Reconoced a Jesucristo bajo los pobres harapos de los niños que instruís, adoradle en ellos (Md 96.3). Dios, más que trascendencia, es transparencias; se revela en la historia, en el hermano, en la persona de Jesús. «Nadie va al Padre, sino por mí» (Jn 14,6). «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).

Tres maneras de ponernos en presencia de Dios antes de la oración:

· Dios presente en el lugar en que estamos: en la creación, y nos invita a continuarla.

1) Considerando que está en todas las partes.
2) Considerando a JESUCRISTO en medio de los que están reunidos en su nombre

· Dios presente en nosotros mismos.

3) En cuento no subsistimos sino en Dios
4) Dios presente por su gracia y por su Espíritu

· Dios presente en la Iglesia: nos invita a construirla.

5) Considerando que es la casa de Dios.
6) Considerando a JESUCRISTO presente en el Santísimo. Sacramento

Modo de proceder:

«Lo primera que se ha de hacer en la oración, es penetrarse interiormente de la presencia de Dios; lo cual ha de hacerse siempre por un sentimiento de fe, fundado en algún pasaje de ¡a Sagrada Escritura»

1. Elección del modo de presencia de Dios.
2. Elección de un texto de la Sagrada Escritura en relación con el modo de presencia elegido.
3. Fruto que se desea alcanzar.
4. Reflexiones o afectos con el fin de alcanzar este fruto.

NOTA: En las siguientes reflexiones completamos las formas de presencias, las reflexiones cortas… las partes de la oración, los actos…

La oración bíblica:

Propongo una manera concreta de hacer personal y comunitaria con toque lasaliano. La tomo de una circular del H. Álvaro Rodríguez, que a la vez cita al H. Luis Combes del Distrito de Argentina.

1.- «¿Qué dice el texto? Lo leo atentamente. Como cuando leo una carta, una noticia. Para Sari Juan Bautista de La Salle, la Escritura es como una carta que Dios nos envía. «Leed vuestro libro como si leyerais una carta que Jesucristo mismo os hubiera enviado para manifestaros su santa voluntad y sobre todo, si es la Sagrada Escritura, leedla con profundísima veneración» (Col. 39). Me informo del contenido del texto. Procuro entender lo que dice de una manera objetiva. Trato de captar su sentido, el contexto en el que se encuentra, el mensaje. Puedo leer las notas que aparecen en la Biblia sobre el mismo. Es un momento de LECTURA E INFORMACIÓN.

2 -¿Qué me dice Dios e» este texto? Me ubico frente a Dios que quiere hablarme. Sí a mí. Se trata de una carta personal. Procuro reavivar la Presencia viva de Dios (puede ser el Dios de las maravillas de la creación, el Dios junto a mí, el compañero de camino, el Padre bueno que me ama, el amigo Jesús, el Dios que habita mi corazón, el Dios de la comunidad reunida, el Señor de la Eucaristía… Lo importarte es experimentarme «habitado» por Él.)

En este clima Dios me habla. Lo escucho con el corazón abierto. ¿Qué me dice? Sé que siempre mc ama, me conoce, quiere mi bien, mi felicidad. Pero, hoy, ¿qué me dice? Releo el texto. Me detengo. Me siento alcanzado por la Palabra. Estoy en la luz de Dios. Me miro en el espejo de esa Palabra. Examino mi corazón. Comparo mi vida, mi realidad… con la Palabra leída. El mensaje es claro. Me cuestiona, me invita, me compromete, me sacude. Es un momento de profunda MEDITACIÓN.

3 -¿Qué le digo a Dios? Por dentro va brotando la reacción: dolor, pena, reproche, deseo de cambiar; o bien: paz, gozo, alegría, confianza, gratitud, alabanza, deseo de hacer algo, etc. Todo eso que late en mi corazón se lo digo a Dios. Sencillamente. Desordenadamente. Como un niño que le cuenta a su madre lo que le ha pasado. Así le pido a Dios perdón por mis infidelidades, le pido luz, fuerza, coraje, ayuda. Le alabo, le doy gracias. Le prometo mejorar… Se trata de un momento de ORACIÓN.

4 -¿Qué sucede cuándo el Espíritu interviene? Es el momento en que el texto se saborea, se capta no ya de una manera intelectual o reflexiva, sino por con naturalidad, por intuición, directamente bajo la acción del Espíritu. El texto nos hace pasar de las palabras a la Palabra. Nos centra en la persona de Jesús y nos hace experimentar su amor gratuito. El texto llega a ser fuente de gozo, plegaria autentica, porque el mismo Espíritu de Dios que ha inspirado el texto ora en nosotros y en Él nos dirigimos al Padre con Jesús. Se trata de una verdadera CONTEMPLACIÓN.

5 -¿Qué les digo a los demás? El dialogo con Dios, que ha podido convertirse en contemplación silenciosa, no se cierra aquí. Siento que esta Palabra no es sólo para mí. Necesito anunciarla. Divulgar ese mensaje. Ese regalo de Dios, su Palabra, tengo que compartirlo con mis hermanos / as. La luz que Dios puso en mi corazón es también para los demás. Entonces de lo que hoy Dios me dijo a mí ¿ qué les digo a los demás? Concretamente a quién, cuándo, dónde, cómo… Pongo mi proyecto y mis buenos deseos en manos del Señor. Confio en el Espíritu Santo. Si acepto ser su instrumento, en el momento exacto Él hablará por mi boca. Como Maria en la Visitación, soy portador de la Palabra viva que trae gozo y esperanza. Por eso en clave muy lasaliana termino mi oración recurriendo a Ella. Se trata de un momento de PROYECCIÓN.»

H. Eutimio Sánchez Calvo

Fraternidad Signum Fidei