CARTA A LAS FRATERNIDADES SIGNUM FIDEI ADVIENTO 2016 . Roma 27 de noviembre.

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“UNA LLAMADA… QUE NOS TRANSFORMA”

“ Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús! Porque nos eligió con él antes de crear el mundo, para que estuviéramos consagrados  y sin defecto a sus ojos por el amor; destinándoos  ya entonces  a ser adoptados por hijos suyos por medio de Jesús Mesías –conforme a su querer y su designio-, a ser un himno a su gloriosa generosidad.” (Ef. 1, 3-6)

  1. TODOS/AS HEMOS SIDO LLAMADOS/AS A LA VIDA.

Estimados hermanos y hermanas de las Fraternidades “Signum Fidei”: El Señor nos ama y nos llama a la vida, nos regala la vida. Cada persona nace y crece en un entorno determinado familiar, cultural, geográfico, económico, eclesial…

Cada uno hemos recorrido caminos diferentes pero en algún momento del mismo nuestras personas se encontraron. Somos hijos de un mismo Dios y, por tanto, hermanos y hermanas en Jesús que, en su deseo de seguirle, encuentra en las Fraternidades Signum Fidei una manera de concretar la respuesta.

Demos gracias por esta llamada y por la posibilidad de vivirla “juntos y por asociación”.

¿Hasta qué punto soy consciente del don de la vida?

¿Estoy agradecido con el Señor por este gran regalo?

¿Soy consciente de la llamada que Dios me hace a vivir con intensidad y entrega?

¿De qué manera me siento vinculado a toda la creación entera?

 

  1. LLAMADOS A LA FE

Sin duda la fe nos “une” a todos. La fe es otro “regalo” de Dios que implica por un lado, nuestra aceptación y por el otro, el cuidarla, vivirla, celebrarla, formarla… y, en todo caso, acrecentarla.

Los miembros de las Fraternidades Signum Fidei, como cristianos que somos, sabemos que la fe no es circunstancial en nuestra vida sino algo fundente; sin ella dejamos de tener sentido y sólo desde ella podemos entender nuestra misión en la Iglesia y en la sociedad.

Lo vivimos y expresamos de forma diferente pero complementaria y, sin duda, enriquecedora para todos. Los miembros de las Fraternidades y los Hermanos estamos Asociados y nos sentimos unidos por la llamada de Dios y por el espacio común en donde compartimos vida y misión.

Una llamada, muchas voces… Sería bueno compartir la reflexión nº 2 del Consejo General que ha mandado a todos los Lasallistas para el presente curso escolar. La llamada no une a los más cercanos y a los más lejanos, unidos por la llamada del Señor y unidos por el “apellido” que no es común: Lasallistas, Signum Fidei.

Lo somos de corazón, de intenciones y de voluntad a pesar de nuestras propias limitaciones y errores.

La fe junto al celo forman un todo en nuestra espiritualidad, en nuestro ser hijos/as de La Salle.

El espíritu de fe que La Salle explicitaría como “no mirar nada sino con los ojos de la fe”  fue la guía para atreverse a ver y juzgar los acontecimientos, la realidad… a la luz de la fe. Y fue este espíritu de fe el que alentó el espíritu de celo  para acometer obras y fundaciones que requerían una gran dedicación.

Pienso que hoy en día cuatro podrían ser  los principios que certifican si nuestras obras, comunidades y Fraternidades están en la línea del Fundador:

1º) Las necesidades de nuestro mundo certifican la validez de nuestras fundaciones y obras.

2º) El espíritu de Asociación, como fuerza que nos une en torno a un mismo carisma.

3º) La fraternidad como base de nuestras relaciones.

4º) La gratuidad, material y espiritual, como testimonio personal y comunitario.

Seguramente podríamos añadir otros principios pero, de entrada, me quedaría con los antes mencionados. Principios que garantizan y actualizan, de alguna manera, la fidelidad a la intuición de nuestro Fundador.

¿Cómo vivimos nuestra fe?

¿Cómo la expresamos?

¿Cómo la compartimos?

¿En qué nos compromete y nos cambia?

  1. LLAMADOS AL COMPROMISO EN EL MUNDO

La fe no es algo abstracto. La vivimos encarnados en nuestro mundo, en nuestra sociedad.

Una sociedad que ha cambiado y cambia a velocidad vertiginosa. Nos afecta la globalización. En lo religioso supone convivir con otras creencias. Debemos aceptar el multiculturalismo donde las minorías reivindican fuertemente su identidad diferenciadora. En esta aldea universal surgen nuevos problemas cuyas soluciones vienen, a veces, independientes de lo oficial. ¿No se originó así nuestro Instituto?. Debemos estar atentos como La Salle a descubrir las necesidades de nuestro entorno e intentar dar la respuesta adecuada y posible por nuestra parte

En nuestra sociedad el individuo moderno se percibe como ser singular antes que social, se aísla, se encuentra abandonado, se angustia. Sufre crisis de identidad porque la identidad se forma abriéndose a los demás, no encerrándose en uno mismo. Vivimos un momento en el que el hecho religioso es fuertemente cuestionado, también el educativo. De ahí la invitación a vivir con un mayor compromiso nuestra misión de “educar humana y cristianamente” las dos dimensiones a la vez. Y lo hemos de hacer con coherencia y sentido.

¿Cuáles son los retos actuales de nuestro mundo y que nos exige  un compromiso más evidente a nuestras Fraternidades?

Ante estos retos ¿Cómo nos acercamos? ¿Qué respuestas damos? ¿Hasta qué punto están presentes en nuestras Fraternidades?

  1. LLAMADOS A VIVIR LA ESPIRITUALIDAD LASALIANA

Los tiempos de cambio por definición tienen el peligro de añorar más lo que ya no se ve que ver lo nuevo y conveniente que necesita ser alumbrado entre todos. Por eso hemos de  buscar, experimentar, criticar, verificar. Después, poco a poco, las aguas se serenarán. No nos llamamos a la prisa sino a la fidelidad. Sin prisa pero sin pausa. Para ello es imprescindible el cuidar nuestra espiritualidad.

Cultivar esta dimensión supone que en el interior de nuestros proyectos (personales, comunitarios, educativos…) esté muy viva la conciencia de que necesitamos ser Signos de Esperanza para los “otros” que son un “regalo de Dios a descubrir”. Esta conciencia significa vivir animados por la responsabilidad ante las nuevas condiciones de la vida, de modo que nos preocupe más la verdad de nuestra propuesta que sus resultados inmediatos o su rentabilidad social.

El reino de la espiritualidad nos lleva hacia el interior y afecta a las cosas del espíritu. Es una manera de buscar a Dios y de responder a la invitación de Dios a mirar más profundamente y verlo todo de manera diferente. Es un elemento profundo de toda tradición religiosa e, independientemente de los nombres que uno da a Dios, representa una base común en la que todos los humanos pueden identificarse.

La espiritualidad es fundamentalmente una manera de valorar y articular la experiencia de Dios. Cada cultura y civilización a lo largo de los tiempos lleva consigo constancia de sus experiencias de lo sagrado. Aunque cada uno experimenta a Dios de manera diferente, hay también articulaciones de esta experiencia profundamente significativas para mucha gente al mismo tiempo y durante largos periodos de tiempo. Llegan a ser tradiciones o “escuelas” que atraen adeptos que encuentran sentido más profundo en sus vidas porque esta espiritualidad particular les da una manera de articularlo y vivirlo como es el caso de la espiritualidad lasaliana.

La espiritualidad, en la tradición lasaliana, es una espiritualidad para personas dedicadas activamente al ministerio de la educación, al ministerio del Evangelio; un ministerio llevado a cabo en el mundo, no fuera de él. La espiritualidad lasaliana, por tanto, no es sólo para los Hermanos sino para todos los Lasallistas que desean compartirla y, con mucha más razón, para quienes se consagran en las Fraternidades Signum Fidei.

¿De qué manera vivimos nuestra espiritualidad Lasallista?

¿Cómo cuida nuestra Fraternidad la formación y la vivencia de nuestra espiritualidad?

Hagamos nuestra la siguiente oración:

Señor, dame fe para ver tus signos

Me sería más cómodo “cumplir la ley”

 que bucear a tientas buscando entre las dudas.

 Me sería más fácil y menos arriesgado.

Pero deseo “descubrir a los otros”

como el regalo que Tú me das

y con los “otros” seguir apostando

por nuestra misión educativa lasallista.

 Porque las antiguas certezas se tambalean,

los pueblos se mueven, las gentes emigran

las culturas se mezclan

y ya nada es como era

Surgen situaciones nuevas llenas de interrogantes

Son como señales que tú nos envías.

También nuestro Fundador se sintió interrogado

Abrió los ojos, tomo opciones y arriesgó.

La Salle no siguió senderos marcados

Fue abriendo caminos nuevos

a golpe de imaginación, fe y amor

Señor, o nos renovamos o nos extinguimos

Tú, como faro encarnado en tantos necesitados

Nos mandas un SOS desesperado

que a veces nos negamos a atender

Haznos fuertes y arriesgados; danos fe.

Hay mucha gente a nuestro alrededor

que quiere remar con nosotros.

Que sepamos ver en ellos

la ayuda que nos mandas porque nos ves cansados.

Danos humildad para hacerles un hueco en nuestra barca

y optimismo para mirar al mar azul y sonreír.

                                                                                              Amén

Rafa Matas

Consejero General

Fraternidad Signum Fidei