EL ESPÍRITU DE FE: DISTINTIVO FAMILIAR
El año 1998 está dedicado en la etapa preparatoria al Jubileo del año 2000 al Espíritu Santo. Una manera muy concreta de vivir conducidos por el Espíritu, en expresión del Fundador, es renovarnos en la vivencia de nuestro espíritu fe, rasgo distintivo de todo auténtico lasallista y por consiguiente de todo Signum Fidei.
Para el cristiano «lo único que cuenta es una fe activa en la practica del amor» (Gal.5, 6). El espíritu que debe animar al Hermano o al seglar lasallista es la fe actuante. Y esto como resultado de una lógica elemental: Debiendo «transmitir el espíritu del cristianismo», debe ser él un cristiano convencido que encarne en su propia vida el Evangelio que pretende transmitir. Por otro lado la actitud más radical del cristiano consiste en buscar y hacer la Voluntad de Dios en todas las cosas. Tal fue lo “último” para Jesús: «Ah alimento»… y a su imitación para el Fundador: «Adoro en todo la manera como Dios ha conducido mi vida» Buscar y hacer la Voluntad de Dios es la pasión radical que debemos vivir siguiendo a Cristo y al Fundador. Voluntad que por otra parte, sabemos se identifica con el bien del hombre: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn. 10, 10) «Dios envió su Hijo al mundo, para que, el mundo se salve por él» (Jn. 3.17) «La mayor gloria de Dios es que el hombre viva» (San Irineo). La fe es un elemento unificador, inseparable del celo por la salvación del hermano/a.
El espíritu de fe es el camino lasallista para encontramos con Dios y para que a través de nosotros se entregue a nuestros hermanos / as. Es el camino para vivir la filiación con Dios y la fraternidad con persona humana. El Fundador lo describe a partir de tres efectos que podemos expresar hoy de la siguiente manera:
1 .-Contemplar su rostro:
En primer lugar, porque nos hace contemplar la vida, los acontecimientos, la historia, como lugares de la manifestación de Dios. Se trata de mirarlo todo a la luz de la fe. O sea a la luz de Dios y descubrirlo:
Ø En el EVANGELIO, su Palabra siempre viva y actual. El Evangelio no es para La Salle un libro que trae una historia del pasado, sino la Buena Nueva de un Dios cercano que nos ama en nuestro «hoy». Y nos toca a nosotros hacer presente al mundo ese amor gratuito que experimentamos en nuestra vida. «Debéis en esto imitar, de algún modo a Dios: Dios se encariñó tanto con las almas por él creadas que, viéndolas sumidas en el pecado, e incapaces de redimirse por si mismas se vio como constreñido, por el celo y el ansia de su salvación a enviar a su propio HIJO para rescatarlas de estado tan lamentable. Que no debéis hacer vosotros. (Med. 201,3).
Ø En el HONIBRE. Por eso la Escuela lasallista es un lugar teológico, o sea, un lugar donde Dios se hace presente. Y esto de una doble manera. Por un lado, el Hermano y el educador lasallista, deben revelar a los jóvenes el amor de Dios, la presencia de Cristo, Buen Pastor que conoce a sus ovejas y que va en busca de la oveja descarriada «Volved los ojos a Jesucristo como al Buen Pastor del Evangelio, que busca la oveja perdida, la pone sobre sus hombros y vuelve con ella para incorporarla de nuevo al redil. Y puesto que hacéis sus veces, teneos por obligados a proceder de modo análogo» Med. 196,1), y por otro, los jóvenes son Cristo presente para el educador lasallista. El Hermano y el educador lasallista no debe temer perder a Cristo por ir a los jóvenes, allí tiene que encontrarlo. Ya un escritor alemán del siglo XIV el Maestro Eckhart decía: «Si en el momento de oración tienes un éxtasis y hay un hermano que necesita de ti, deja tu éxtasis y corre a socorrer a tu hermano. Porque el Dios que encontrarás en tu hermano es más real que el Dios que encuentras en el éxtasis.”.
Ø En el POBRE. Si en todo hombre se refleja el rostro de Dios es sobre todo en el pobre donde su manifestación es mayor. El Fundador nos invita a «reconocer y adorar a, Jesucristo bajo los pobres harapos de los niños «(Med. 96,3). Y nos dice que cuánto más los amemos más perteneceremos a Jesucristo y que debemos estar siempre abiertos abrirles la puerta de nuestro corazón, porque rechazarlos es rechazar a Dios mismo. Por eso nos pregunta: «¿Cuánto tiempo hace que Jesús se presenta a vosotros, y llama a la puerta de vuestro corazón para establecer en él su, morada, sin que hayáis querido recibirle? ¿Por qué? Porque no se presenta sino en figura de pobre, de esclavo de varón de dolores» (Med. 85.1). Se trata de una mirada espiritual que nos lleva a un compromiso. Cuanto más posea esta mirada más atento y sensible seré a todas las formas que se opongan al plan salvífico de Dios. El ser sensible y defender los DERECHOS HUMANOS, es parte de mi vocación lasallista.
Ø En la NATURALEZA, lugar de las maravillas de Dios. En esta naturaleza renovada cada año que pasa de la muerte del invierno a la vida de la primavera. Basta abrir los ojos para encontrarnos con Dios. El cielo, las montañas, el mar… Todo es don de Dios. A través del libro del mundo podemos llegar al autor de todo. A esto que vivió con tanta intensidad y frescura San Francisco de Asís, nos invita San Juan Bautista de La Salle al decirnos que «no hemos de mirar nada sino con los ojos de la fe». Hoy corremos el peligro de perder la capacidad de admiración. Pasamos en medio de las cosas bellas de este mundo y no nos admiramos. Tendríamos que tener la capacidad de ver en cada flor, la loca imaginación de Dios.
Ø En la HISTORIA, lugar de las «gestas» de Dios, donde se manifiesta su plan de salvación. En cierta manera para el cristiano, todo historia es sagrada, porque es revelación de Dios y de su proyecto de amor sobre el mundo. Por eso dos lecturas son obligatorias para todo lasallista. La Biblia, en particular el Evangelio, donde Dios se ha hecho Palabra y el periódico o el telenoticiero donde cada día puedo descubrir el rostro de Dios a través de los acontecimientos del mundo ante los cuales no puedo ser indiferente. El Fundador siempre estuvo atento y se dejó impresionar por el mundo que lo rodeaba en donde Dios se la manifestó a través de las necesidades de los jóvenes. Nuestro 42º Capitulo General nos presenta las fuerzas de vida y los grandes desafíos de nuestra historia actual:
– Muchos jóvenes hoy, sumergidos en un mundo tecnificado e impersonal, anhelan relaciones cálidas de convivencia y fraternidad
– Muchos jóvenes hoy, ganados por el ansia del dinero y el mecanismo de la ganancia, esperan el testimonio de la generosidad y la gratuidad.
– Muchos jóvenes hoy, invadidos por el imperialismo del sexo, aspiran a una nueva civilización del amor, en la cual la persona se respeta, y la vida se expresa como acogida, riesgo y entrega.
– Muchos jóvenes hoy, viven en medio de un desierto espiritual; buscan en silencio, un sentido a su existencia, en lo absoluto y en la mística. (Circ. 435).
Como LASALLISTAS, en el corazón de este mundo y de esta historia, estamos llamados a dar una respuesta.
Ø En MI MISMO, templo de la Trinidad. Cuanto más penetro en mi mismo más me encuentro con Dios. Fue la experiencia de San Agustín: «Tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Tu estabas dentro de mí y yo fuera y por fuera te buscaba y me lanzaba sobre las cosas hermosas creadas por ti». A reconocer esta presencia, también nos invita La Salle cuando dice a los Hermanos: » Los jóvenes no menos que vosotros, fueron consagrados a la Santísima Trinidad desde el día de su Bautismo; llevan su sello estampado en el alma, y son deudores a este adorable misterio de la unción de la Gracia, que se derramó en sus corazones” (Med 46,3).
2- Buscar su voluntad..
En segundo lugar, el espíritu de fe, nos invita a buscar siempre la Voluntad de Dios. A hacerlo todo con la mira puesta en su designio salvífico. Porque he experimentado en mi vida la acción amorosa y liberadora de Dios, por eso me decido a compartir con mis hermanos los hombres la experiencia vivida y a comprometerme en la obra de Dios como le gustaba decir a La Salle.
3- Confiar en su amor:
En tercer lugar, el espíritu de fe es confiar siempre en Dios, abandonarme en sus manos de Padre. Y puedo hacerlo porque el Señor está siempre ahí, en el interior de mi historia. Por eso La Salle tanto insiste en la PRESENCIA DE DIOS y puedo hacerlo, porque el Señor no solamente está ahí, sino que también CONDUCE mi historia y la historia de los hombres. Aquí se encuentra una de las principales intuiciones lasalianas: Dios nos busca primero, antes que nosotros a Él; Dios ya está presente, Dios nos guía. A nosotros nos corresponde abrirnos a Él, reconociéndolo por la fe. El Fundador nos comparte como experimentó en su propia vida esta presencia y esta guía de Dios: «Dios que conduce todo con sabiduría y dulzura y que no acostumbra forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a lomar enteramente cuidado de las escuelas, lo hizo de una manera imperceptible y durante mucho tiempo, de manera que un compromiso me llevaba a otro sin haberlo previsto desde el comienzo.»
CONCLUSIÓN
El ENCUENTRO CON DIOS en clave lasaliana, no es tanto el esfuerzo que yo hago por encontrarlo, sino el dejarme, como La Salle, encontrar por Él, el dejarle a El la iniciativa. El saber contemplar su rostro, buscar su voluntad, confiar en su amor. En palabras de San Juan Bautista de La Salle, se trata de abandonarnos totalmente en sus manos «como el hombre que se hace a la mar sin velas ni remos» (Med. 134,1)
Todo Signum Fidei, como todo el que participa del carisma de San Juan Bautista de La Salle está llamado a ser un SIGNO de Dios para el mundo. Sabemos que el mundo de hoy da una extraordinaria atención a la imagen, de tal manera que hoy el sector de la comunicación dirige en gran parte la opinión pública. Hasta la guerra se ha convertido hoy en un espectáculo al que podemos asistir en vivo, los alimentos tienen la función simbólica de un estilo de vida, pensemos en la Coca Cola o en Mc Donald’s y en su propaganda. Hoy lo que importa no es la calidad de la ropa sino su marca
El último Capítulo General nos dice que las principales victimas de un tal sistema son precisamente los jóvenes y el Fundador ya decía que los jóvenes aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Un mundo así necesita signos que lo desinstalen. Como lasallistas estamos llamado a manifestar el amor de Dios viviendo los valores del Evangelio, particularmente la fraternidad, haciendo visible el rostro de Dios, no como quien demuestra una teoría, sino como quien es testigo de un encuentro que ha transformado su vida.
INTERROGANTES
1. ¿ Dónde se me ha revelado mejor el rostro de Dios:
– En el Evangelio
– En el hombre
– En el pobre
– En la naturaleza
– En la historia
– En mí mismo?
2. ¿ Qué medios empleo, en mi vida, para buscar la Voluntad de Dios?
3. ¿ Qué pienso de la idea de San Juan Bautista de La Salle, que debemos abandonarnos en manos de Dios «como el hombre que se hace a la mar sin velas ni remos».
Hno. Álvaro Rodríguez E