JESUCRISTO, ÚNICO SALVADOR DEL MUNDO, AYER HOY Y SIEMPRE

«El primer año, 1997, se dedicará a la reflexión sobre Cristo, Verbo del Padre, hecho hombre por obra del Espíritu Santo. Es necesario destacar el carácter claramente cristológico del Jubileo, que celebrará la encarnación y la venida al mundo del Hijo de Dios, misterio de salvación para todo el género humano” (T.M.A.40)

Uno de los aspectos característicos de la espiritualidad lasallista es su cristocentrismo. Sin duda el Fundador lo heredó de la Escuela de espiritualidad francesa del siglo XVII. En el Directorio espiritual del Seminario de San Sulpicio, en donde el Fundador estuvo 18 meses este era el principal objetivo:

«El objetivo primero y definitivo de este Instituto es vivir totalmente para Dios en Cristo Jesús Nuestro Señor, deforma que el interior de su Hijo penetre en lo Intimo de nuestro corazón y permita a cada uno decir con confianza lo que San Pablo afirmaba de sí mismo: ‘No soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí» (Gal. 2,20). En todos será ésta la única esperanza y el único pensamiento, y también el único ejercicio: vivir interiormente de la vida de Cristo y manifestarla con actos en nuestro cuerpo mortal»

El Fundador en la Explicación del Método de Oración nos invita a contemplar los misterios, las virtudes, las máximas de Jesucristo para encarnarías en nuestra vida. Así por ejemplo, contemplando en Navidad la persona del Verbo bajo forma de niño, nos invita a conformarnos con él: «Oh Dios mío estoy convencido de esta verdad, si quiero tener parte en tu gloria en el cielo es preciso que me conforme a Ti en la tierra… Tu me enseñas con tu pobreza extrema y tus sufrimientos a preferir la pobreza, los desprecios del mundo y las mortificaciones antes que las riquezas, los honores y los placeres. Es lo que quiero hacer a imitación tuya». (EM 81,82)

Se trata de una conformidad en un nivel cada vez más profundo de identificación y no simplemente la copia de un modelo exterior. «Para desempeñar debidamente el ministerio, no les bastará ejercer con los niños sus funciones conformándose únicamente al proceder externo de Jesucristo… si de igual modo, no hicieran suyas sus miras e intenciones. TM(MR 196,3)

Esta preocupación por llegar a la conformidad interna con Jesucristo, aparece repetidamente en la Explicación del Método de Oración. Así por ejemplo, cuando nos presenta el acto de unión sobre la humildad: «Que la unción de tu gracia me enseñe a ser humilde de corazón y a practicar la humildad no sólo en lo exterior como las personas del mundo por política, sino con miras de fe, en unión con tu espíritu, en conformidad con tus disposiciones y a imitación vuestra –
(EM 105)

Esta conformidad el Fundador la relaciona casi siempre con Cristo sufriente, con la Cruz, como participación en el MISTERIO PASCUAL, como lo expresa en la Meditación para la fiesta de la Transfiguración: Cuando el alma es así transfigurada con Jesucristo debe ocuparse gustosa en la Pasión y en la cruz, para manifestar que todo su anhelo es conformarse a él en su estado paciente» (MF. 152,3). El Fundador nos invita a hacernos conformes con el Crucificado: «Pongamos toda nuestra gloria, como San Pablo en llevar en nuestros cuerpos las señales sagradas de los padecimientos de Jesús; a fin de hacernos conformes a Jesucristo crucificado y honrar su santa cruz» (MF. 165,3)

Sin embargo la participación en la cruz de Jesús, es condición de vida y no búsqueda de muerte. Se trata, también de participar en la vida de Cristo Resucitado: «la resurrección de Jesucristo debe procurarles la ventura de resucitar espiritualmente… es decir hacerles emprender una vida del todo nueva y celestial. Mortifiquen sus cuerpos terrenales, dice el apóstol, y despójense del hombre viejo para revestirse del nuevo» (MD 29,3)

La conformidad con Jesús debe llevarnos a sentirnos SACRAMENTO DE CRISTO para nuestros discípulos y para todas aquellas personas con quienes nos relacionamos.: «Jesucristo mismo es quien desea que los discípulos los miren como lo mirarían a él, y que reciban sus instrucciones como si él en persona se las diera, persuadidos de que la verdad de Jesucristo habla en ustedes» (MR. 195,2).

La conformidad con Jesucristo debe llevarnos no solo a dar vida abundante a los jóvenes (cf. MR. 201,3,;196,3,MD.45,1; EM 25,MF.112,3), sino a dar por ellos como Jesús nuestra propia vida: «Deben estar dispuestos a dar su propia vida. Hasta tal punto les han de llegar al alma, los niños puestos a su cuidado» (MR. 198,2)

María debe ser para nosotros modelo y ayuda eficaz en nuestro conformarnos con Jesús. Y es que no podemos olvidar cómo la definía la escuela francesa de espiritualidad: «una pura capacidad de Jesús, llena de Jesús». Ese es también nuestro desafío, particularmente durante este año.

Hno. Álvaro Rodríguez E