LOS EDUCADORES LASALIANOS:  HOMBRES Y MUJERES DE ORACION

LOS EDUCADORES LASALIANOS:  HOMBRES Y MUJERES DE ORACION

 En el conjunto del mundo lasaliano de hoy, llama fuertemente la atención ver cómo se carga el acento en la creación de escuelas auténticamente lasalianas. En muchos lugares, los Hermanos, los profesores seglares, los padres, los antiguos alumnos, los asociados y los mismos alumnos reflexionan juntos sobre el sentido de la educación lasaliana y trabajan juntos para realizar una auténtica renovación de sus escuelas.

 Por ejemplo, empezamos a contemplar jornadas, encuentros y retiros lasalianos, a la vez que constatamos esfuerzos positivos y eficaces para constituir comunidades educativas saturadas de fe, centradas en las personas, y preocupadas por la excelencia de la enseñanza, creativas, llenas de celo por el crecimiento religioso de los alumnos, con especial cuidado por los pobres, por la justicia y por la paz.

 Y lo que es más alentador en este movimiento de renovación, es el deseo de muchos miembros de la Familia lasaliana de participar no solo en los objetivos educativos del Instituto, sino en la misma espiritualidad de San Juan Bta. De La Salle. Y uno se va dando cuenta cada vez con más claridad, de que la Familia Lasaliana formada por los Hermanos, profesores seglares, padres, antiguos alumnos, asociados y alumnos, unidos por el espíritu e ideal del Fundador, podría convertirse en instrumento altamente eficaz en la misión de la educación cristiana de hoy.

  IDENTIDAD Y ORACION

 Esta introducción podría parecer demasiado larga para un breve artículo titulado « Los educadores lasalianos: hombres y mujeres de oración. Pero de hecho, lo que se dijo es fundamental para comprender las enseñanzas del Fundador sobre la oración. Para nuestro Fundador hay un vínculo íntimo entre la identidad del Hermano -y por extensión, de todos los miembros de la Familia Lasaliana- y un ritmo regular de oración personal.

Para De La Salle, la vocación de los Hermanos está en responder a las necesidades de los jóvenes en calidad de ministros del Señor, como sus «embajadores» y sus «cooperadores. El Hermano debe «re-presentar» a Jesucristo, haciendo de su presencia amada y salvadora una realidad visible y efectiva entre los jóvenes. Es, pues, con toda lógica que el Santo de La Salle dice: «Es de mucha importancia que los Hermanos de las Escuelas Cristianas cuyo fin por su Instituto es educar a los niños en el espíritu del cristianismo y hacer todo porque puedan adquirirlo, estén… penetrados… y abundantemente llenos del Espíritu de Fe» (Colección).

Lo que De La Salle quiere decir está claro: no podemos dar lo que no tenemos. El educador lasaliano debe ser un hombre o una mujer de fe, es decir una persona que tiene una relación viva, consciente y dinámica con Dios. En este contexto, nosotros podremos comprender la insistencia del Fundador en la necesidad de una oración personal regular. Es la oración que nutre esta relación íntima con el Señor: « La principal ocupación en la oraci6n personal es «de llenarse de Dios y unirse interiormente a E]» (Explicación del Método de Oración: EMO).

Ahora podemos comprender por qué De La Salle insistía para que los Hermanos tuvieran un grande amor por la oración personal y « la miraran como el primero y principal de sus ejercicios diarios» (Regla).

No podemos en la brevedad de este artículo estudiar en profundidad las enseñanzas del Fundador sobre la oración. Pero lo que sí podemos hacer, es reflexionar brevemente sobre algunas orientaciones más fundamentales. Y acabamos de considerar la primera:

1.- En la vida del educador lasaliano. la necesidad de una oración personal se desprende de su identidad como ministro del Señor.

 LA PALABRA DE DIOS

 El amor por las Escrituras está ligado muy de cerca al aprecio de una oración regular. De La Salle considera las Escrituras como la primera Regla del Instituto. «Los verdaderos siervos de Dios, dice, deben «comer» (la Escritura) para comunicarla y descubrir sus secretos a los que estamos obligados a instruir» (Med. 170).

De La Salle enseñaba a sus Hermanos a meditar todos los días las Escritura Sagrada para que la PALABRA DE DIOS penetrara en su espíritu y en su corazón. Y les enseñaba igualmente a pasar de la reflexión a una conversación ardiente con el Señor.

Para el educador lasaliano, por consiguiente, la costumbre de leer y meditar la Sagrada Escritura es de capital importancia. Nuestra segunda orientación puede, pues, formularse como sigue:

2.- El educador lasaliano consagra cada día algunos minutos a una reflexión orante de la Palabra de Dios.

 ENCUENTRO PERSONAL CON EL SEÑOR

Otra orientación fundamental de De La Salle, es que la oración es un encuentro personal con el Señor en el centro de nuestro ser. No emplea estas palabras. Su lenguaje es el de su tiempo: « La Oración es una ocupación interior, es decir, una aplicación del alma a Dios… No es solo una simple ocupación del espíritu, sino que. lo es de todas las potencias del alma… Y se practica en el fondo del alma… » (EMO).

El lenguaje está superado, ciertamente, pero la significación está clara. El educador lasaliano debe todos los días encontrar al Señor en el centro de su alma. La oración es mucho más que un tiempo de reflexión sobre Dios, sobre una doctrina, sobre una enseñanza o una idea. «La primera cosa que debe hacerse en la oración, es penetrarse interiormente de la presencia de Dios», dice (EMO). Y para asegurarse de que los novicios no pasaran demasiado tiempo en « reflexionar sobre Dios», De La Salle insistía en que conversaran con Dios. Y para ayudarles a mantener esta conversación, les sugería seguir una serie de « actos».

El Fundador decía que los principiantes emplean normalmente muchas palabras en su conversación con el Señor… pero que los que tienen más experiencia deben emplear «menos palabras» y aun ninguna; y «pararse algún tiempo en un silencio interior « (EMO).

El centro de la enseñanza de De La Salle, es que la oración es un tiempo de toma de conciencia acentuada de la «presencia del Señor» en nuestrA vida. Es un tiempo para un encuentro personal consciente con el Señor en las profundidades de nuestro ser. En cientos momentos tenemos necesidad de conversar con muchas palabras. En otros, con pocas y con más silencio. Y puede aun haber momentos en que nos sentimos totalmente satisfechos quedando ante el Señor en un silencio amante y atento. Y así, nuestra tercera orientación puede ser ésta:

3.- El educador lasaliano, convencido de que para hacerse presente a Jesucristo es preciso tener con El un contacto regular. se hace obligación personal de encontrar al Señor todos los días en la oración.

 LOS PROBLEMAS DE LA VIDA Y LA ORACIÓN

 Consideremos otra orientación fundamental de De La Salle: la unión entre nuestros problemas diarios y nuestra oración. Para De La Salle, la oración no fue nunca una evasión, fuera de las realidades de todos los días. Al contrario. Invita a los Hermanos a ver la relación estrecha que hay entre su vida y su servicio diario cerca de los jóvenes. Los Hermanos deben presentar al Señor los problemas de los jóvenes. Deben interceder por ellos, que les son confiados. » Cuando os ocurra que encontréis dificultades en la guía de los jóvenes, vuestros discípulos, cuando los haya que no aprovechen vuestras instrucciones y otros en quienes notaréis ciento espíritu libertino, recorred sin dudarlo a Dios y pedidle instantemente a Jesucristo que os anime de su Espíritu, puesto que El os escogió para cumplir su Obra» (Med. 196).

De La Salle enseñaba a sus novicios a establecer un vinculo muy estrecho entre sus problemas diarios y su oración; y a terminar su reflexión y conversación con Dios con una resolución práctica para el día. Aconsejaba a sus Hermanos más experimentados que «salieran de la oración con un nuevo empuje para hacer bien lo que debían hacer, es decir su deber» (EMO). La orientación es clara y podemos formularla así:

4.- El educador lasaliano llega muy consciente a la presencia de Dios. Entonces reflexiona sobre los problemas de la vida diaria, habla de ellos con el Señor y renueva su intención de servirle con mayor fidelidad.

 CELO Y ORACIÓN

 «Vuestro celo debe ir tan lejos que estéis dispuestos a dar vuestra vida; de tal manera deben seros queridos los niños de los que estáis encargados» (Med. 198).

Este De La Salle que enuncia esta afirmación tan llamativa es el mismo De La Salle que exhortaba a sus Hermanos a «tener un grande amor por el santo ejercicio de la oración». Estaba convencido de que solo las personas de oración podían ser ministros de la juventud, verdaderamente cristianos y auténticos. Por esto urgía a los Hermanos que pusieran la Sagrada Escritura en el centro de su vida y que se pusieran cada día en presencia de Dios para encontrarle en lo más profundo de su corazón. Los que de entre nosotros quieran vivir el espíritu lasaliano, harán bien de aprender bien de memoria estas palabras: » La obligación que tenéis de obtener gracias no solo para vosotros sino para los otros, y de aprender a tocar los corazones, os debe comprometer a aplicaros de manera especial a la oración que es el ejercicio que Dios ha determinado para daros sus gracias » (Med. 129).

  Hno John  Johnston