CARTA DE ADVIENTO “ADVIENTO ES CAMBIO, LA VIDA ES CAMBIO»
Queridos hermanos y hermanas miembros de las Fraternidades “Signum Fidei”:
Llega el tiempo de Adviento y consideramos oportuno compartir con todas las Fraternidades “Signum Fidei” la siguiente reflexión en este tiempo especial con el objetivo de que nos ayude a vivir estas semanas desde actitudes cristianas y lasalianas, por tanto, a preparar la Navidad con sentido.
1.- INTRODUCCIÓN
El psiquiatra Luis Rojas Marcos afirma que lo que provoca más depresiones es el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades. Querer estar siempre jóvenes y en un estado físico óptimo, cuando la vida es cambio y nuestra caducidad es irrenunciable.
San Juan Bta. De La Salle escribe: Puesto que el Adviento es un tiempo instituido por la Iglesia para disponer a los fieles a celebrar dignamente la venida de Nuestro Señor a este mundo y atraerles a sus corazones parece muy conveniente que… nos apliquemos en la oración a preparar nuestros corazones para recibir en ellos a Nuestro Señor… (MD,2) Sin duda es una invitación a preparar nuestros corazones para seguir creciendo que es lo mismo que decir a seguir cambiando, convirtiéndonos.
2.- RELACIONES QUE FACILITAN EL CAMBIO
Partamos de un hecho evidente: nuestra realidad es inseparable de las relaciones que establecemos con el entorno que nos rodea. El filósofo Martín Buber afirmaba que el hecho fundamental de la existencia humana no es ni el individuo en cuanto tal ni la colectividad en cuanto tal. Ambas cosas, consideradas en sí mismas, no pasan de ser formidables abstracciones. El individuo es un hecho de la existencia en la medida en que entra en relaciones vivas con otros individuos; la colectividad es un hecho de la existencia en la medida en que se edifica con vivas unidades de relación. El hecho fundamental de la existencia es el hombre con el hombre (“¿Qué es el hombre?”. Fondo de Cultura Económica. México 1967).
El reto de todos los que intentamos vivir en fraternidad es el de construir formas de relación que sean auténticas y que faciliten el CAMBIO porque el objetivo de toda fraternidad es ayudarse mutuamente en la búsqueda de sentido en CADA MOMENTO histórico de nuestra vida, una vida en constante evolución y cambio.
Para ello, todas las Fraternidades “Signum Fidei”, deberíamos cuidar y, trabajar con especial interés:
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En el plano individual: favorecer la maduración psicológica de todos nosotros por medio de la comunicación interpersonal y del diálogo. Eso depende de todos. Depende también de ti.
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En el plano del funcionamiento: lograr un sistema de comunicación basado en la honradez, sinceridad y libertad interior por medio de la confrontación de percepciones e interpretaciones de cuanto hacemos y/o vivimos en fraternidad. Eso, también depende de todos pero especialmente de la voluntad de diálogo y de la capacidad de escucha.
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En el plano estructural: conseguir una participación activa de todos los miembros de las fraternidades en la gestión de las misas por medio de una adecuada información, un claro discernimiento y un esfuerzo de compromiso total.
Difícilmente podemos vivir desde el cambio si no somos capaces de mirarnos a los ojos y decirnos lo que realmente sentimos, pensamos, deseamos… si no creamos espacio de diálogo, de encuentro de mentalidades… si no hacemos un esfuerzo por entender-nos, acercar-nos, acoger-nos… si no favorecemos que evolucione también nuestra mentalidad, nuestra manera de ver las cosas… A Luis Rojas se le preguntaba ¿qué tiene más enfermo el ser humano actual, el corazón o el cerebro? A lo que él contesta: La mente. Todavía arrastramos ideas antiguas: por ejemplo, mucha gente piensa que el mundo es un desastre, que los jóvenes están perdidos, que los ancianos no sirven para nada… Y la realidad no es ésa. Cada día vivimos más y mejor pero nos quejamos más. Las emociones están bien, pero lo que nos falla todavía son los lamentos.
Somos Lasalianos/as para ser felices. Sin embargo… no siempre lo conseguimos. Ser felices es ser conscientes de que Dios me AMA, me LLAMA y me ENVÍA junto con OTROS, en fraternidad porque “esta obra es también obra de Dios”.
3. – LA FE NOS CAMBIA LA VIDA
Los/as Lasalianos/as nos sentimos llamados por Dios a participar en la Historia de la Salvación porque entendemos la vida en clave de FE. A medida que esta llamada se va transformando en proyecto personal vamos CAMBIANDO porque ponemos todas nuestras energías al servicio del proyecto común puesto que nuestra vida es un proyecto compartido con otros que, a la vez, contribuyen a nuestro propio cambio.
De ahí la importancia de vivir en actitud de cambio, de crecimiento… de evolución.
Creemos que deberíamos cuidar con especial atención durante las próximas semanas:
La reconciliación consigo mismo: mi realidad se define por lo que soy y quiero ser, y mi ideal adquiere validez en la medida que se apoya en lo que soy. En este sentido:
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Si no soy capaz de valorarme a mí mismo en mi realidad actual no puedo continuar exigiéndome grandes avances en el IDEAL. La autoestima es el motor del crecimiento y del cambio.
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Nadie tiene derecho a pedirme que sea diferente a como soy si no puede demostrarme que me quiere tal como soy. Sólo quienes me aceptan y me aprecian pueden ayudarme a dar nuevos pasos, a cambiar.
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Cada paso que doy en mi crecimiento, en mi cambio… supone que las etapas anteriores aparezcan como llenas de errores y equivocaciones. Es inevitable que sea así, porque cambiar significa tener más información y más habilidades para hacer frente a las dificultades.
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Tengo que asumir mi cuerpo, mi familia, mi pueblo, mi historia como condicionantes básicos de mi identidad, que me abren a nuevas posibilidades pero que, al mismo tiempo, marcan hasta cierto punto, el camino y el ritmo de crecimiento y cambio.
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No puedo negar nada de lo que he vivido. Todo lo que he sentido, vivido y hecho forma parte de mi vida. Y mi vida, en su conjunto, es buena.
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No puedo juzgar mi pasado desde el presente. No sería justo. Las posibilidades de hoy no son las de entonces.
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Mi historia es una historia abierta al futuro y adquiere sentido desde el proyecto de mi vida no desde el victimismo ni de la añoranza del pasado.
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La reconciliación con los demás: sabiendo que la transparencia en la relación no está reñida con el respeto y con la prudencia en la relación. Desde ahí:
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Perdón y comprensión de las realidades ajenas. La Fraternidad cambia si la convivencia está basada en el mutuo perdón.
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Estar dispuesto a compartir… percepciones, ideas, sentimientos, actividades, misión… con la firme convicción de que construimos juntos.
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Para ello:
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discernir juntos.
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Tomar decisiones compartidas.
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Voluntad de resolver los conflictos que surjan.
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Evaluar, de verdad, proyectos.
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Reforzar a las demás valorando los aspectos positivos y mostrando cómo podría mejorar algunos aspectos de su comportamiento.
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No somos culpables de los sentimientos de envidia, rivalidad, hostilidad… que surgen en las relaciones pero debemos trabajarlos.
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Los conflictos son buenos porque nos permiten mejorarnos si…
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No culpabilizamos.
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Somos capaces de ser objetivos.
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Reconocemos las diferencias y valoramos lo que cada una tiene.
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La reconciliación con Dios: significa la búsqueda del proyecto de mi vida en la oración y el diálogo con mi familia y mis hermanos de fraternidad.
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Las ambigüedades respecto a la imagen de Dios dificultan el diálogo con Dios y el desarrollo de nuestra propia identidad como consagrados.
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La opción por un sentido religioso de la vida sólo es posible a partir de personas reconciliadas con Dios.
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Dios me cambia sólo en la medida que le deje ser “Señor de mi vida”. Me reconcilio con Él en la medida que le dejo abierta la puerta de mi corazón y permito que sea Él quien guíe mi camino.
4.- ADVIENTO TIEMPO PARA EL CAMBIO
Al iniciar un nuevo Adviento nos invitamos a todos a confiar y a esperar. Confiar, es decir, fiarnos de que las cosas pueden cambiar y mejorar. Fiarnos de que cada uno de nosotros tenemos en nuestras manos la posibilidad de convertirnos a Dios y a los hermanos.
Esperar porque lo que se quiere con pasión, de un modo u otro se termina consiguiendo.
En Navidad Dios viene, de nuevo, a salvarnos. ¿Qué podemos temer? No podemos celebrar el Adviento si no estamos llenos de esperanza hasta rebosar, hasta contagiar la alegría y la paz a todos los que nos rodean, especialmente a los más desesperanzados.
Nos puede venir bien orar con las palabras de Teilhard de Chardin: Vive feliz, te lo suplico. Piensa que estás en las manos de Dios, tanto más fuertemente agarrado cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive en paz. Haz que brote, y conserva siempre en tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes de nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía.
Sin olvidar la realidad doliente que nos rodea y nos sangra, apostemos durante las próximas semanas por intentar vivir nuestro ser Lasaliano con verdadero espíritu de búsqueda, de discernimiento y de cambio. Seguro que ello nos ayudará a seguir creciendo y a intensificar nuestro compromiso en favor de quienes sufren.
Aprovechemos el Adviento que es tiempo para el cambio.
5.- CONCLUSIÓN
La vida es cambio y nos cambia. Lo hace interior y exteriormente. La incapacidad para renovar nuestras opciones básicas, tanto religiosas como vocacionales, nos conducen necesariamente a una crisis existencial y a un replanteamiento vocacional constante.
Sólo desde un cuidado (crecimiento) de la espiritualidad, desde una verdadera reconciliación, un adecuado acompañamiento… es posible vivir plenamente nuestra vocación y, por tanto ser felices (que es lo que Dios quiere para cada uno de nosotros).
Terminamos con otra aportación de Luis Rojas Marcos. Se le pregunta ¿Cuál es la receta más barata para ser feliz? Y él contesta: el sentido del humor, el optimismo, ver la botella medio llena en vez de medio vacía.
La vida es cambio… pero ¿nos cambiará el nuevo ADVIENTO a nuestras Fraternidades “Signum Fidei”?
¡Seguro que sí! ¡Ánimo!
Rafa Matas
Consejero General