¿Quienes Somos?
Un poco de historia
La Fraternidad Signum Fidei nació en la década de los 70. Los superiores aceptaron y canalizaron las nuevas inquietudes como un signo de los tiempos. Se eligió el nombre a partir de la leyenda que aparece en el escudo del Instituto, y que traduce muy bien el objetivo que pretenden: ser signos de fe en medio del mundo.
En 1975 se elaboraron las líneas principales a modo de guía y orientaciones. El 5 de Junio de 1970, durante el 40º Capítulo General, pronunciaron su consagración, los once primeros miembros de la Fraternidad. De todos es conocido el interés que tomó el 43º Capítulo General y la valentía con que abordó el tema de la asociación. Refiriéndose al «estilo de vida» del Signum Fidel dijo lo siguiente: «Alguien que ha sido objeto de una llamada particular de Dios». Lo que lo hace especial es que él o ella «quiere vivir en plenitud la vocación bautismal y ser en el mundo. y particularmente en el campo de la educación cristiana, una señal viva del amor de Dios a los hombres, especialmente en medio de los pobres y abandonados». La Fraternidad Signum Fidei está extendida por todo el mundo lasaliano desde los años de su fundación: Italia. Filipinas. Méjico, Perú, Colombia, Líbano, Malta, Malasia, Guinea Ecuatorial…
Comienzo de la andadura
La andadura empezó hace dos años, después de la llamada e información a los grupos y comunidades de la Familia lasaliana distrital. Se completó con la invitación personal a ciertas personas inquietas y con experiencia lasaliana. Se formó el grupo de «candidatos» qué han ido madurando y formándose durante este tiempo, hasta llegar a la fecha que nos ocupa, en la que ocho de ellos/as pidieron al H. Visitador hacer su primera consagración.
¿Qué es un Signum Fidei?
Los miembros de Signum Fidei se apoyan en la persona de Jesús y en los valores del Evangelio; Se trata de una Vida, de una vocación, de una llamada. El mismo Jesús muestra al Signum Fidei cómo ha de ser la misión. Son también, discípulos de San Juan Bautista de La Salle y, como tales, deben inspirar su vida en el Evangelio. La espiritualidad lasaliana se mueve entre la palabra de Dios y la realidad. De nuestro Fundador aprenden a estar «atentos» a la realidad, se dejan «impresionar» por la situación de los niños y jóvenes pobres y, al mismo tiempo están abiertos al proyecto de Dios que «quiere que todos los hombres se salven». Son las coordenadas de su «estilo da vida», que en el lenguaje lasaliano se traducen con el doble espíritu: «Fe viva y celo ardiente». El espíritu comunitario es parte esencial del carisma de La Salle. Compartir la fe y la misión son elementos de su «estilo de vida». La comunidad será, sin duda, el lugar de encuentro privilegiado con Dios y la mejor estructura de apoyo del seguimiento de Jesús y de la acción apostólica. Desde este espíritu comunitario se hace posible la formación como algo indispensable ante la realidad que vivimos.
Abro aquí un paréntesis en mi reflexión para insistir en un aspecto importante para todo Signum Fidei y para cualquier asociado lasaliano. Se trata de una de las características que enumera el Capítulo General para los Asociados: la universalidad. Este rasgo, unido a los otros cuatro: vocación, vida de fe, experiencia comunitaria, misión asociada, lo considero prioritario y especialmente característico porque supone un cambio profundo de mentalidad. El Signum Fidei se olvida un tanto de sí mismo, se abre incondicionalmente a los demás, supera todas las dimensiones personales y locales, llegando, en su dinamismo de crecimiento. a ser hombre / mujer de Iglesia, hombre / mujer vinculado/a al Instituto. La oración es el motor que permite al Signum Fidei ponerse en movimiento desde la óptica de Dios. En la Fraternidad hablamos, a la vez, de oración personal, oración comunitaria y oración apostólica. Orar al estilo de La Salle significa lograr que el amor de Dios alcance a los otros a través de nuestro amor por ellos; 1o que el Fundador nos dice con su feliz y conocida expresión: «Tocar los corazones». El proceso que sigue el «candidato» culmina en la Consagración, pronunciada públicamente ante la Comunidad lasaliana. A partir de este momento, el Signum Fidel se vincula responsablemente a la Comunidad de los Hermanos, al Distrito y al Instituto, iniciando su itinerario espiritual como miembro activo de la Fraternidad. El carácter público de la consagración lo compromete a ser fermento evangélico en medio de las realidades temporales: en su familia, en su medio social y, particularmente, en el mundo de la educación y de la Asociación lasaliana.
El día 27 de agosto de 2001 se produjo un acontecimiento lasaliano muy significativo que no podemos silenciar en el Boletín de la Familia Lasaliana y, a la vez queremos ofrecer a los lectores la información oportuna: En estos momentos el Distrito ya cuenta con un grupo de «asociados», miembros de la Fraternidad Signum Fidei.
Interrogantes e invitación
¿Qué piensa el lector al leer estos párrafos? Sólo he pretendido definir al Signum Fidei, hablar de la identidad de los miembros de la Fraternidad. ¿Lo habré conseguido? Más de uno me dirá: es muy difícil, inalcanzable, muy perfecto, utópico, esto es para unos pocos privilegiados, para los «muy buenos», los «imv lasalianos». No parecen muy acertadas las expresiones, pero las cosas de Dios dan esa impresión al principio. Puede que hasta pienses que esto no es para ti… ¿Por qué no puedes ser tú ano de los llamados? Se trata de reforzar tu vocación bautismal y vivir el compromiso de la misión asociado a los Hermanos y a otros lasalianos, “juntos y por asociación».
Si eres lasaliano, si te sientes llamado por Dios a «algo más», si no quieres quedarte como alguien que «colabora» con La Salle, te invito a dar un paso adelante… Te estoy proponiendo conocer, vivir el carisma y la espiritualidad lasaliana. Tú puedes ser un «asociado». ¿Por qué no? Uno de los caminos para ello, entre otros, es vivir como miembro de la Fraternidad Signum Fidei, Te esperamos.
Hno. Eutimio Sánchez Calvo