PONENCIA 2 (La Asociación).(H. José María Pérez)

PONENCIA 2

LA ASOCIACIÓN.

LECTURA PARALELA DE LOS ACONTECIMIENTOS DE 1691-1694 Y NUESTRA MISIÓN LASALIANA EN EL 2003.
(H. José María Pérez)

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Cuando realizo alguna charla para religiosos y religiosas de diversas congregaciones en torno al tema de la misión compartida siempre comienzo con el Concilio Vaticano II. Es el punto de partida para entender todo lo que en la Iglesia se está hablando en estos momentos: Iglesia-comunión, Iglesia Pueblo de Dios, el nuevo papel de los laicos, la misión compartida… Nuestro Instituto es diferente, no podemos echar sólo la mirada en el Concilio, sino que hay que irse mucho más atrás y descubrir que el origen de todo lo que planteamos hay que situarlo en esos tres años mágicos para la Institución que son los que van desde 1691 hasta 1694. Pretendo con esta charla que descubramos que aquellos acontecimientos tan lejanos en el tiempo tienen una gran actualidad y nos pueden servir de respuesta a los grandes interrogantes con los que la misión lasaliana se encuentra en estos momentos.

1. SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE. 1691-1694.

1.1. Hechos.
Los años que siguen al “momento fundacional” de 1682 constituyen un tramo plagado de dificultades, oposiciones, luchas, abandonos…Bien lo podemos calificar como “la experiencia del fracaso”. Pero es en esta experiencia donde La Salle y los primeros Hermanos van a descubrir vivencialmente que su ministerio les lleva, ante todo, a identificarse con Jesús. La Salle y sus primeros maestros van a ir descubriendo que esta es la obra de Dios y que vale la pena lo que están haciendo.
Pero a partir de 1688, especialmente, la obra parece desintegrarse: El Seminario de maestros rurales que con tanto cariño había empezado, se vino abajo. El postulantado casi desaparece. Buena parte de los Hermanos de las comunidades de Reims y de las escuelas de Laon, Guisa y Rethel – fundadas por Nyel- abandonan la Sociedad…
En París se encuentra con la oposición de los Maestros calígrafos; el proyecto lasaliano de una escuela para los pobres abierta a todos, se pone en cuestión ante los tribunales.
Los párrocos desean someter a los Hermanos a su tutela; Baudrand, párroco de San Sulpicio, quiere que los Hermanos vistan el hábito eclesiástico. Hay ataques físicos a varios Hermanos, y otros varios enferman por agotamiento. El mismo Juan Bautista enferma gravemente a fines de 1690. El Hermano Enrique l’Heureux, a quien preparaba para Superior con los estudios de Teología, muere a principios de 1691.
Blain dice en su relato que, en estas circunstancias, Juan Bautista llega a la situación interior de perplejidad (Bl I,312)
“Esta es la triste situación en que se encontró el piadoso institutor a fines de 1690: después de tantos sacrificios, después de tantas penas y trabajos, después de tantas cruces y persecuciones, después de tantas apariencias de éxito, se encontraba más o menos en la misma situación que diez años antes, con pocos Hermanos, sin haber progresado casi nada su obra y en el temor de verla perecer”.

1.2. Crisis.

Aun con el riesgo de reduccionismo, podríamos calificar la crisis lasaliana de 1691 de “crisis de realismo”.
La Salle tiene 40 años. En poco tiempo ha visto tambalearse todo su ideal construido pacientemente desde hace 10 años. Tenía “derecho” a esperar que la obra fuera adelante, pues era “obra de Dios”; estaba clara la evidencia de que contribuía a extender su Reino, a lograr la salvación de los niños; y él personalmente había dado lo mejor de sí mismo para impulsar la obra…
Sin embargo, la realidad no se deja amoldar fácilmente; las personas fallan, las estructuras se resquebrajan, la voluntad se debilita. Es la crisis de realismo.
La amenaza proveniente de la crisis le lleva a La Salle a preguntarse si ha de renunciar a seguir con el proyecto, si es voluntad de Dios que abandone. Entonces inicia un discernimiento de reflexión y oración, y encuentra unos signos frágiles de esperanza:
– El camino recorrido: ha habido luces y sombras, pero Dios ha estado presente en todo momento, conduciéndolo de “compromiso en compromiso”. Y si Dios lo llamó para realizar “su obra”, aunque ahora sea de noche, Dios debe estar oculto en la sombra, pero sin desertar.
– He visto con claridad que la obra de las escuelas es obra de salvación: los niños son “salvados”, liberados de su ignorancia,… ¿cómo va a dejarnos ahora, defraudando la esperanza que ha sembrado en ellos?
– Si han abandonado bastantes Hermanos, otros tantos quedan en la obra con ánimo de continuar. Estos cuentan con él y lo necesitan. La solidaridad con ellos le exige seguir, pero, sobre todo, la confianza en Dios, que pasa a través de los hombres con los que se asocia.
Pero al mismo tiempo, el análisis de la situación le lleva a detectar algunas causas o ausencias que han podido provocar los fallos. Los detecta como necesidades a las que habrá que poner remedio:
– Necesidad de formar la identidad del maestro, partiendo del ministerio que están desarrollando; sobre todo, necesidad de formar al “hombre interior” que sustenta la personalidad del maestro.
– Necesidad de dar fuerza interna a la comunidad, reforzando la cohesión entre sus miembros, el sentimiento de solidaridad ante la misión. Es consciente de que la obra educativa se sustenta en la comunidad.
– Necesidad de dar eficacia a la escuela y reconstituirla como proyecto educativo cristiano, bien sistematizado. Para ello será necesario organizar este proyecto, precisando los objetivos y las estructuras adecuadas.

1.3. Soluciones.

a. El voto: el voto heroico (1691-1694)

La salida de la crisis hacia delante se expresa conjuntamente por La Salle y los dos Hermanos, Gabriel Drolin y Nicolás Vuyart, en el “voto heroico”, el 21 de noviembre de 1691. En este voto se expresa la confianza en Dios, a quien se atribuye el proyecto; la solidaridad con los Hermanos, con quienes se cuenta a la hora de realizar el proyecto; la responsabilidad con los destinatarios de la misión, pues, aun sintiéndose simples instrumentos en las manos de Dios, se saben instrumentos responsables y libres.
A partir de 1694, esta conciencia clara de solidaridad en la misión compartida, esta voluntad firme de asociación para un proyecto común, que se ha ido fraguando en los años anteriores, se expresará en el voto ampliado a otros 10 Hermanos, con la fórmula que desde entonces será representativa de una dimensión fundamental de nuestra identidad: “JUNTOS Y POR ASOCIACIÓN”. El voto es en definitiva, un voto de comunidad.
Es una novedad en la época y tienen conciencia de esa novedad a través de adoptar un estilo de vida en común, porque la escuela exige la fuerza de la comunidad; se deciden a vestir un hábito singular, que les distinga de los seglares, de los eclesiásticos y de toda otra comunidad, porque ante ellos mismos y ante los demás necesitan percibir visiblemente y dar a entender que la identidad que proviene de la misión es también diferente; substituyen el nombre de “maestro” por el de “Hermano”, porque entre ellos está surgiendo un proyecto de fraternidad. Se deciden a mantener la laicidad para todos los Hermanos. No es un rechazo agresivo del sacerdocio, sino una elección positiva por una forma de vida diferente, en función de la misión recibida.
Es así como adquieren conciencia de ser instrumentos de la novedad de Dios, de haber sido elegidos para llevar a cabo una misión nueva.

b. Poner remedio a los fallos.

El impulso expresado y fortificado en el gesto del “voto de asociación” introduce al Fundador en un período de intensa creatividad, de estrategia lúcida para hacer realidad lo que anuncia proféticamente el voto. Así van surgiendo toda una serie de estructuras concretas que se orientan a fortalecer y desarrollar el proyecto.
– El educador. Busca cerca de París una casa apropiada para restablecer la salud de los Hermanos agotados o enfermos. Se dedica fundamentalmente a formar al “hombre interior”, promoviendo la conciencia ministerial del educador: reúne a los Hermanos en vacaciones, para reflexionar con ellos sobre su ministerio. Los retiros de Vaugirard, iniciados en 1691, dan origen, sin duda a las 16 Meditaciones sobre el Ministerio de la Educación Cristiana; funda el Noviciado (1692) para la formación profesional y espiritual del Hermano; para la formación teológica de los Hermanos escribe: “Los deberes del cristiano”.
– La comunidad. La primera Regla se remonta a esta época. Con ella, La Salle intenta lograr la cohesión de la comunidad en la consecución de todos los objetivos de su misión.
– La obra educativa. Comienza a redactarse la “Guía de las Escuelas” que dará forma definitiva y auténtica personalidad al Proyecto Educativo Lasaliano.


2. Misión lasaliana. 2003

2.1 Los hechos.

Como a San Juan Bautista de La Salle nuestra situación en estos momentos presenta también claroscuros. Pero es verdad que las sombras parecen atenazarnos fuertemente, hasta dejar reducidos nuestros proyectos, con frecuencia, a meros deseos. Por ejemplo:
– Quisiéramos asegurar una educación humana y cristiana a los jóvenes, y que nuestras escuelas fueran signo de ella. Pero la realidad es que “nos pueden” los programas académicos y la marea social en la que estamos inmersos.
– Quisiéramos que nuestras escuelas se distinguiesen por una atención personalizada al más débil, al más pobre, al más necesitado. Pero nos superan las estructuras, la rutina, las conveniencias económicas o de prestigio…
– Quisiéramos una comunidad educativa comprometida con la obra, con una conciencia clara del proyecto educativo cristiano. Y desearíamos que en cada comunidad educativa hubiera una comunidad cristiana viva, creativa, nutrida, capaz de garantizar la dimensión cristiana del proyecto educativo. Pero la realidad es que una buena parte del profesorado “soporta” simplemente la orientación cristiana del centro, y son pocos los que desean comprometerse a fondo desde la fe.
– Y el concepto “escuela cristiana” ¿tiene sentido hoy en la sociedad? Son muchos los que consideran que la escuela es un servicio estatal “neutral”, donde está de sobra la dimensión cristiana…
– Por otra parte la situación del Instituto de los Hermanos es preocupante: disminución fuerte de efectivos (menos de la mitad que hace 30 años), escasez de vocaciones religiosas y consiguiente envejecimiento de los distritos, reticencias en cierto número de Hermanos a todo lo que suponga compartir la misión con los seglares, problemas de identidad…
– Entre los Hermanos y los seglares hay muchos que se preguntan, con serias dudas, si es posible pasar de la situación típica de “colegio de los Hermanos” al nuevo modelo de “colegio de La Salle”; de la imagen del triángulo a la del círculo… ¿Responderán las personas? ¿Se podrá mantener el proyecto lasaliano de esta nueva forma?

2.2. Crisis.

Estamos en crisis. La crisis es una situación ambivalente que indica tensión. En esa tensión descubrimos una amenaza y un desafío.
La amenaza es una tendencia o fuerza negativa que lleva a la destrucción. Nos empuja a refugiarnos en el pasado. El desafío es una posibilidad de solución, es fuerza positiva, esperanza de vida. Nos remite al futuro.
La amenaza asusta, paraliza; su obsesión conduce a obrar por reacción: defendiéndose, parapetándose, aguantándose o resignándose; en cuyo caso nos limitamos a tapar agujeros, a buscar soluciones a corto plazo, a “ir tirando” mientras se pueda… Tal actitud conduce irremediablemente a la muerte, aunque sea a través de una lenta o dulce agonía.
El desafío induce a la superación del presente: exige ACCIÓN, desde la conciencia de que dominamos la situación sometiéndola a un análisis abierto y sincero. La acción se organiza dentro de un PLAN que se orienta al futuro, aunque sea a través de pasos inmediatos que modifican nuestra situación actual.

Como en la época del Fundador, a pesar de estos problemas que tenemos todavía vemos signos de esperanza. Dios sigue estando presente en nuestra obra, los niños que han acudido a nuestra escuela se han salvado y nos siguen pidiendo que les ayudemos y aunque en estos momentos somos pocos Hermanos y pocos “Signum Fidei”, no podemos abandonar a los que en estos momentos quedan, porque nos necesitan.
Sin embargo, tenemos que tener claro que hemos cometido algunos fallos que es urgente poner remedio:
– No hemos cuidado la espiritualidad de nuestros educadores, muchos de ellos entraron en nuestras instituciones de manera incorrecta. Estaban al servicio de los Hermanos en condición de subalternos, para realizar tareas pedagógicas bien precisas, pero sin facilitarle su identificación con el proyecto global lasaliano.
– No hemos sabido crear las nuevas comunidades cristianas lasalianas. La comunidad educativa no es la comunidad cristiana lasaliana y aunque hemos trabajado mucho en este sentido, todavía nos falta.
– Nuestra escuela es prestigiosa, consigue buenos resultados académicos, pero, sin lugar a dudas, le falta “calidad pastoral”. Hemos creado buenos profesionales, pero, ¿no nos faltan los cristianos críticos y comprometidos que quieran transformar el mundo?

2.3. Soluciones.

a. El voto. Voto heroico. Compromiso heroico. (2003)

Como en 1694, estamos todos llamados a realizar nuestro voto heroico. Tenemos muchas dificultades, pero estamos convencidos de que ésta es la obra de Dios, que todavía sigue haciendo mucho bien a los destinatarios de la misión y que no podemos defraudar a todos aquellos Hermanos, “Signum Fidei” y educadores que comparten ilusionadamente la misión.
En este momento, no todos los que colaboran en la misión lasaliana deben y pueden hacer ese voto. Son los Hermanos, los “Signum Fidei” y los asociados quién en una decisión libre y personal han hecho un compromiso público. Como en la época del Fundador, no todos lo hacen, pero, los que lo hacen se comprometieron en serio y con toda la ilusión a seguir adelante hasta dónde sea junto a otros. Es un voto comunitario. En estos momentos sigue teniendo mucho sentido el famoso: “JUNTOS Y POR ASOCIACIÓN de los orígenes.
Como en la época de La Salle, somos consciente de que lo que estamos haciendo es innovador y que, como lo dice el Capítulo General, debemos seguir experimentando nuevas formas de asociación y compromiso . Lo central es la misión, lo central son los niños… pero, para conseguir resultados es necesario cohesionar a los educadores.

b. Poner remedio a los fallos.

No sólo es suficiente realizar un compromiso público de asociación sino que debemos poner remedio a los fallos que hemos observado en estos últimos años.
Ante la falta de espiritualidad y de sentido del profesorado y de los Hermanos. Ante la falta de identificación con el proyecto lasaliano: la formación. Ya se está haciendo con el CEL y el CELAS. Hay que continuar.
Ante la falta de nuevas comunidades cristianas, priorizar su constitución. Estamos llamados los asociados a animarlas y dinamizarlas. Es urgente.
Ante los pocos resultados de “calidad pastoral” en nuestros centros, refuerzo de las actividades pastorales, importancia de la educación en la justicia y siempre tener abierta la posibilidad a nuevas iniciativas, especialmente en el campo de los más necesitados.

ACTA.

Por parte los asistentes se manifestaron de forma positiva por la claridad y sencillez de la exposición. Se hicieron preguntas sobre la situación del Santo Fundador y la actual, dando cumplida respuesta el H. José María.